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La mina puede producir, cambiando los hornos, construyendo algunas vías y estableciendo maquinaria a propósito, una mitad más de lo que actualmente rinde. Puede llegar a producir sesenta mil frascos de azogue. El dinero necesario para lograr esto no pasa de ciento a ciento cincuenta mil duros. Me parece mucho. ¿Mucho, para un resultado como ese? No; me parecen muchos frascos.

No creo que persona alguna haya hecho observacion cierta de la longitud en estas partes, para que podamos fijar la diferencia de su meridiano: debiéndose atribuir los yerros de los geógrafos, que representan á este pais mas angosto de lo que es en realidad, á la dificultad de tener una cuenta exacta de las latitudes, en pasando el cabo de Hornos, por razon de la velocidad y variedad de las corrientes.

Muchas veces, antes de hablar, salía al encuentro de su pensamiento, lo adivinaba, cumpliendo las órdenes que el millonario aún no había formulado. Además, el ingeniero tenía sus ideas propias, y las comunicaba con una discreción tan suave, que el principal acababa por creerlas suyas. Cuando Sánchez Morueta le tomó bajo su protección acababa de fundar los altos hornos.

Y avanzaba por la plataforma inmediata á los altos hornos, saltando los arroyos de metal en ebullición. Cada vez que pasaba por encima de una de las zanjas, una bocanada de fuego subía por sus piernas hasta la cruz de los pantalones. ¡Por fin!... Aquí se respira dijo el doctor al descender de la meseta donde sangraba el mineral, poniendo los pies en tierra firme.

Entonces se seca al sol o por medio de hornos de aire caliente, y queda el producto acabado, de color rojo brillante por fuera, y de chocolate por dentro, y se deshace fácilmente entre los dedos. El chocolate se distingue del cacao por el hecho de que la manteca, grasa que se encuentra en las extremidades de las semillas, constituye parte de aquél, la cual es separada del cacao.

Si Sánchez Morueta gozaba de algún afecto entre los miles de hombres que le veían pasar como un fantasma por el edificio de la dirección, era un reflejo del cariño que todos sentían por Sanabre. Aquella gente adivinaba la simpatía que el amo profesaba al ingeniero. Mientras don Fernando estuviese al lado del millonario, no había que temer que entrase en los altos hornos el espíritu de purificación santurrona que reinaba en otras fábricas.

El pueblo extendía hasta cerca del agua sus calles rectas, orladas de casitas blancas, donde se albergaban por una temporada los veraneantes, todas aquellas familias venidas del interior en busca del mar. Cerca del muelle, un caserón mostraba sus ventanas como hornos encendidos, trazando regueros de luz sobre las inquietas aguas. Era el Casino.

En la cuarta zona, la de las islas, que se extiende desde los cuarenta y dos hasta los cuarenta y seis grados latitud sur, desaparece el valle central, y la cordillera de la costa se transforma en un vasto archipiélago que se extiende a lo largo de la costa hasta el cabo de Hornos. Incluye esta zona la provincia de Chiloé, Patagonia y Tierra del Fuego.

AménDespués, don Alfonso VII nos da ocho pueblos al otro lado del Guadalquivir, varios hornos, dos castillos, las salinas de Belinchón y el diezmo de toda la moneda que se labrase en Toledo, para el vestuario de los prebendados.

La casa era suya; tenía en el corral un montón, más alto que el tejado, de paja de cuadra, que luego de bien desecha se vendía a los hornos de ladrillos; los animales se alimentaban sin gasto, y ella y el muchacho, a más de la comida, tenían asegurado el vestir, pues mientras en la villa anduvieran las gentes con ropas, ellos no se verían desnudos.