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Actualizado: 5 de junio de 2025
Esta división era la horda á caballo que había mandado mi general Castillejo. Inútil es decir que la tal división lo había hecho todo, y á ella se debía únicamente el triunfo revolucionario.
Hay gentes visionarias continuó Salvatierra que sueñan con traer a estas llanuras el agua que se pierde en las montañas y establecer en tierras propias a toda la horda de desesperados que engañan el hambre con el gazpacho de la gañanía. ¡Y esperan hacer esto dentro de la organización existente! ¡Y aun muchos de ellos me llaman iluso!... El rico tiene sus cortijos y sus viñas y necesita del hambre, que es su aliada, para que le proporcione los esclavos del jornal.
Cachucha entró precipitadamente en el pabellón seguido de un ejército de hombres, mujeres y niños. El perro, con ese delicado instinto propio de su raza, se acercó un poco más al niño, tendiéndose a sus pies, seguro de que había encontrado un buen defensor para librarse de aquella horda de vándalos que pedía su muerte. Señorito, no toque Vd. a ese perro, que está rabioso, exclamó Cachucha.
Al contrario, era hombre joven todavía, pues apenas andaba en los cuarenta; poco erudito y muy despejado, de imperiosa y breve palabra, y sobradamente capaz de sujetar y meter en cintura á un convento de frailes y también á una horda de piratas.
Was expelled from Spain, and after his return was imprisoned, on account of the writings of his early youth. Was a republican deputy from Valencia to the Cortes. Works: Cuentos valencianos, 2 vols., La barraca, Flor de mayo, La catedral, El intruso, La bodega, La horda, La maja desnuda, Sangre y arena, et al. See An Apostle of New Spain, by Dr. R. H. Keniston, in The Nation of December 24, 1908.
Ya estamos otra vez en la Fontana; ya somos dueños del club, de nuestro club; ya se fué aquella horda de necios. Esta noche hablará usted y será aplaudido. Sabrán apreciar lo que usted vale. ¡Ah! yo no hablo más replicó Lázaro con cierta amargura, porque se había llegado á convencer de que no había nacido para la tribuna.
Hallóse de nuevo en la calle de Segovia, y entonces los gritos femeninos llegaban á sus oídos como si la horda de aves con palabra humana hubiera levantado el vuelo tornando á las altas regiones. Empezó á llover: caían gotas muy gruesas, que la imaginación calenturienta de la huérfana sentía en el piso como si éste fuera una caja sonora.
Sí, pero no por mucho tiempo... Como nada se oponía al matrimonio, éste debía celebrarse dentro de seis semanas. Una horda de tapiceros, de carpinteros, invadió mi querido Ilgenstein y lo puso patas arriba. Todos mis deseos se veían contrarrestados por la frase: ¡Oh, señor barón! ¡eso no es de buen gusto!
En la solitaria carabana de carretas que atraviesa pesadamente las Pampas y que se detiene a reposar por momentos, la tripulación, reunida en torno del escaso fuego, vuelve maquinalmente la vista hacia el Sur al más ligero susurro del viento que agita las hierbas secas para hundir sus miradas en las tinieblas profundas de la noche en busca de los bultos siniestros de la horda salvaje que puede sorprenderla desapercibida de un momento a otro.
Fueles preciso, pues, salvar con sus vidas las doctrinas que tan sensatamente habían formulado, y Montevideo vió venir, unos en pos de otros, centenares de jóvenes que abandonaban su familia, sus estudios y sus negocios para ir a buscar a la ribera oriental del Plata un punto de apoyo para desplomar, si podían, aquel poder sombrío que se hacía un parapeto de cadáveres y tenía de avanzada una horda de asesinos legalmente constituída.
Palabra del Dia
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