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Actualizado: 9 de junio de 2025


, entonces los merecía usted... entonces era digna de los homenajes y la adoración de todo el mundo... y sin embargo, tan insensato soy que la amo aún, no amo a nadie más que a usted, y la amaré siempre... a pesar de que me ha sido infiel... ¡de que me ha traicionado! Ella quiso responder, y la palabra expiró en sus labios... pero se llevó una mano al corazón como si tratara de justificarse.

Su primer acto apenas triunfase sería venir á buscarle para llevarlo otra vez al palacio situado en la cumbre de la colina, rodeándole de tantas comodidades y homenajes como si fuese un dios. Pero mientras llega ese momento continuó Popito él teme por la vida de usted, gentleman, y le recomienda que no tenga confianza en ninguno de los que le rodean.

La madre instaló a la bellísima nuera en su propia cámara, formada de cristales y espejos, hasta que llegase el instante de las bodas; y en tanto que el Sultán recibía los homenajes y plácemes de sus alcaides, wazires y walíes, las Sultanas salieron a solazarse con las esclavas por los espaciosos y mágicos jardines, trasunto del imperio de Flora y compendio aventajado del Paraíso, por quien tanto suspiran los creyentes en el Islám.

La clase no se mide por la fortuna, hija mía; es la opinión de todas las personas de corazón y ahí tienes como prueba las delicadas atenciones del señor Neris y la solicitud significativa de su sobrino. Seguramente no te miraban como una vulgar institutriz. La misma señorita de Candore no hubiera podido recibir más respetuosos homenajes. ¿Crees ?

Bastaba contemplar a Rafael cómo cogía las flores y las colocaba riendo en la cabeza o el pecho de Remedios, que se resistía débilmente, con un rubor de colegiala, conmovida por tales homenajes. Quieto, Rafaelito murmuraba con una voz que parecía un balido suplicante. No me toques; no seas atrevido.

Enterró Margarita a doña Guiomar con gran pompa, que su herencia había aceptado, y a ella tocaba procurarla los últimos homenajes. Enterrado fue asimismo con gran ostentación por sus parientes don Baltasar de Peralta, y andando no mucho tiempo, en galeras se vio con un grillete, remando por el rey, con sentencia para toda su vida, el ilustre rapista Viváis-mil-años.

¡Discretos homenajes que invocaban inconscientemente el pasado! Pero para Liette no tenía ya rencor y habíase hecho en su alma la paz. Las arrugas que por un momento habían alterado su límpida superficie al soplo de la cólera y de la indignación, se habían borrado sin dejar trazas a la primera sonrisa del niño. Liette era madre, nada más que madre, y era bastante.

Difícilmente podría retratar la dulzura soberana de la sonrisa, que viene por intervalos, á animar esta bella fisonomía y á atemperar por no qué contracción graciosa el brillo de sus grandes ojos. Ciertamente, la diosa misma de la poesía, del sueño y de los mundos encantados, podía presentarse atrevidamente á los homenajes de los mortales bajo la forma de esta niña que sólo ama á su perro.

A más, los señores de Maurescamp y de Hermany, con la deferencia de todos los maridos, tenían buen cuidado de llevarles algunos amigos todos los sábados por la noche, por si acaso. Los homenajes de todos aquellos dilettantes eran acogidos sin cortedad ni familiaridad, con la seguridad tranquila y risueña que caracteriza a las mujeres de la sociedad que son honestas, y también a las que no lo son.

Como todas las jóvenes de aquel tiempo, pertenecientes a familias ilustres, Isabel salió del claustro para casarse, y había acogido con alegría los homenajes de Fernando, porque, habiéndole dicho éste que descendía por su madre del Cid, pensaba que con tal origen, la historia de su vida debía encerrar, forzosamente, algunas aventuras interesantes.

Palabra del Dia

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