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Actualizado: 10 de junio de 2025
En medio de su desorientación, el profesor había encontrado una idea que consideraba salvadora. Los gestos y las palabras de aquellos enviados del gobierno le hicieron creer que la muerte del Hombre-Montaña era cosa decidida por el Consejo Ejecutivo.
El temible senador, que se creía dueño de sus impresiones y hábil para ocultarlas en todo momento, casi dió un salto de sorpresa al escuchar á Flimnap. ¿Con qué derecho se atrevía el gobierno á disponer del Hombre-Montaña?
Podían apreciar ahora la grandeza del Hombre-Montaña mejor que cuando le veían tendido en el suelo. Los tripulantes de las máquinas voladoras se unieron á esta ovación haciendo evolucionar sus quiméricas bestias en torno del rostro de Gillespie.
Un simple garrotazo podía acabar con las dos si es que volaban, como otras veces, cerca de él para tenerle al alcance de su lazo metálico. Al cerrar la noche volvió el Hombre-Montaña á su alojamiento.
Pensó que tal vez este profesor mentía por defender á su protegido, y dijo fríamente: ¿Qué interés puede tener el gobierno en suprimir al Hombre-Montaña? El interés de servir á Momaren contestó Flimnap . El Padre de los Maestros quiere vengarse del Gentleman-Montaña, no solamente por lo ocurrido en su fiesta, sino también porque se imagina que el gigante protege á uno de sus mayores enemigos.
Cuando los carpinteros, poco después de la salida del sol, colocaron el taburete del Hombre-Montaña en medio de la meseta, al pie de la cual se extendía el caserío de la Ciudad-Paraíso de las Mujeres, una muchedumbre llenaba ya todo el declive, avanzando poco á poco hacia lo alto, á pesar de los jinetes que intentaban mantenerla inmóvil y á cierta distancia.
Para esto, lo más sencillo era obligar al Hombre-Montaña á que viviese lo mismo que los hombres esclavos, que ganaban su subsistencia trabajando como máquinas de fuerza. Ese gigante puede emplear sus brazos en las obras de ampliación de nuestro puerto.
El gigante se había detenido al llegar al puerto, y la muchedumbre que le seguía se detuvo igualmente. Al ver llegar al Hombre-Montaña huyeron todos los que trabajaban en los muelles trasladando á varios buques mercantes los víveres amontonados para el avituallamiento del ejército y de la flota.
Fuera del edificio estaba toda la servidumbre, aterrada aún por la tempestuosa explosión de cólera del Hombre-Montaña. Muchos de los atletas semidesnudos se aproximaron á Flimnap con los brazos en alto. ¡No entre, doctor! gritaban .¡Le va á matar! Vió también á un grupo de hembras membrudas y malencaradas, reconociéndolas como pertenecientes á la policía.
Es todo lo que hemos podido reunir dijo la profesora . El Comité de recibimiento del Hombre-Montaña, nombrado anoche por el gobierno, no ha tenido tiempo para preparar mejor las cosas. Sin embargo, en pocas horas nuestras máquinas terrestres y aéreas han llegado á requisar todas las vacas existentes en un radio de diez millas, como diría usted.
Palabra del Dia
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