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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Casi no es hipérbole decir que la señá Benina, al salir de Santa Casilda, poseyendo el incompleto duro que calmaba sus mortales angustias, iba por rondas, travesías y calles como una flecha. Con sesenta años a la espalda, conservaba su agilidad y viveza, unidas a una perseverancia inagotable.
Esforzábase la mujer de Maxi en disimular el aburrimiento que esto le causaba, y a la hipérbole de doña Casta respondía con exclamaciones de pasmo y asentimiento. «Mi hija añadió la viuda de Samaniego , estará encargada de la dirección de los trousseaux, canastillas de bautizo y demás género elegante, y tendrá sueldo y participación en los beneficios.
Pero como él no es sino un humilde auxiliar de la clase de quintos, «eso de comer» a ciertas alturas mensuales, generalmente no pasa de ser una hipérbole absurda.
Se puede decir, sin hipérbole, que es un brujo de las rimas, de las inefables palabras musicales, donde vierte su alma mística y pagana, ferviente, pecadora, universal. ¡Pobre Verlaine, mendigo, borracho y solitario! ¿De qué sideral armonía estaba henchido tu triste corazón, que era al par una gusanera de pecados mortales?
Y evocaba el recuerdo de las campiñas de Levante, las vegas de Valencia y de Murcia, siempre verdes, pobladas como ciudades, viéndose de cada pueblo los campanarios de otros lugares vecinos; teniendo cada campo su vivienda rústica, y en ella una familia tranquila, y bien alimentada, sacando su alimentación de pedazos de terreno tan pequeños, que él, en su hipérbole andaluza, los comparaba con pañuelos de bolsillo.
Todo ello hervía sin duda en las almas, como el mosto en la cuba durante la fermentación tumultuosa. En resolución, Calixto y Melibea se adoran y no es hipérbole ni figura retórica, sino adoración efectiva. Fuera de su amor no ven nada ni queda nada. Ni reconocen el pecado ni hay lugar para el arrepentimiento o para la enmienda.
Por supuesto que los alumnos no sabían palabra de todo esto; antes se tenían formada, de la braveza y esfuerzo de su director, una idea superior a toda hipérbole; no había en el colegio quien no le tuviese por más áspero y belicoso que Roldán y más denodado que Oliveros de Castilla, y quien no le temblase.
Los peñascos horadados abren paso á diversas grutas ó cuevas en no pocos sitios del cerro, á cuyo pie, más bajo aún que el nivel del camino, están como socavadas las piedras, formando una gruta mayor y de más grande entrada que las otras. En el fondo de esta gruta, que se ve todo sin penetrar allí, brota de una grieta, sin hipérbole alguna, un verdadero río.
Dejémosles envueltos en el velo de su discreto incógnito, y oigamos a Fernández, que desbordándose de su propio ser, a causa de la exorbitante hinchazón de su orgulloso júbilo, iba contando lo que oyera, sin dejar de aderezar sus relatos con la sal y pimienta de la hipérbole. Pues en Andalucía dijo , en Andalucía..., ya saben ustedes dónde está Andalucía; como si dijéramos en Cádiz..., pues.
Pero aún citaré otro refrán que, por ser España un país tan católico, debe considerarse como la hipérbole más subida de que todo se logra con dinero; de que todo se compra y se vende, hasta lo más venerable y santo. El refrán dice: Por mi dinero, Papa le quiero.
Palabra del Dia
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