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Actualizado: 4 de octubre de 2025
Alguna vez desde el fondo del susodicho abismo le llamaba la tentación; entonces retrocedía el sabio más pronto, ganaba el terreno perdido, volvía a las calles anchas y respiraba con delicia el aire puro; puro como su cuerpo; y para llegar antes a las regiones del ideal que eran su propio ambiente, cantaba la Casta diva o el Spirto gentil o el Santo Fuerte, y pensaba en sus amores de niño o en alguna heroína de sus novelas.
Cada una de aquellas novelas dejaba huella duradera en su juvenil espíritu, y durante algunos días, en tanto que los personajes de otra no lograban cautivarla, pensaba sin cesar en los hermosos milagros que el amor de la heroína, puro como el diamante y tan firme, había realizado.
Fué allí donde la famosa heroina Juana de Arco venció a los Ingleses invasores, ganando el sobrenombre de Doncella de Orleans, y también una celebridad que le costó el martirio en la pira de Ruan. El fanatismo religioso ha pagado casi siempre de semejante modo los grandes hechos de abnegacion y heroismo sublime.
¿Y de dónde has sacado preguntó la marquesa que yo aspiro a ser modelo de heroína de novela? ¡Tal dislate! Entonces dijo Stein , escribid una novela fantástica. De ningún modo dijo Rafael ; eso es bueno para vosotros, los alemanes; no para nosotros. Una novela fantástica española sería una afectación insoportable. Pues bien continuó Stein : una novela heroica o lúgubre.
Su muerte fue de esas que vulgarmente se comparan a la de un pajarito. Decían los vecinos y amigos que había reventado de gusto. Aquella gran mujer, heroína y mártir del deber, autora de diez y siete españoles, se embriagó de felicidad sólo con el olor de ella, y sucumbió a su primera embriaguez.
Despues lo compra la duquesa de Montpensier, Ana María Luisa, la heroina de la Fronda, por quinientas mil libras. Luego pasa á manos de la duquesa de Guisa y de Alençon, en 1672. Más tarde, á fines del mismo siglo XVII, en 1694, fué propiedad de Luis XIV. Posteriormente Luis XVI se lo regaló al conde de Provenza, que reinó despues con el nombre de Luis XVIII.
A menudo Visita le interrumpía para hacer comentarios, unas veces deplorando la maldad de algún personaje o alegrándose de que la heroína fuese tan simpática, otras veces vaticinando alguno de los sucesos o peripecias de que la narración les iba a dar cuenta.
¡Oh! quién tuviera pincel para pintar aquel destello de verdad suprema que brilló en los ojos de Sola, aquel gesto de heroína con que llevó la mano al pecho y elevó al cielo los ojos, bella por la verdad, sublime por lo que de abnegación había en el fondo de aquella verdad, y quién pudiera expresar el acento suyo cuando pronunció estas palabras: ¡Como Dios es mi padre celestial, así es verdad que quiero casarme con el viejo!
¿Qué contestar a eso? ¿Y cómo probarla que mentía?... ¿Y si no mentía? ¿Si era realmente culpable? ¿Si su conducta no era la de una heroína salvadora, sino la de una reo confesa? ¿Cuál era la razón para no creerla verdaderamente culpable? ¿Era posible que con tanta habilidad hubiera construido y descripto con tantos colores un falso desenlace del drama; que hubiera sabido relatar un cúmulo de mentiras con voz tan turbada, con expresión tan sincera?
El Conde, y la misma doña Beatriz, en quien al cabo era esto más disculpable por su falta de mundo, se habían empeñado sin duda en que las gentes los tuviesen por superiores a toda crítica; en que juzgasen sus coloquios santos, puros y sublimes, como los que tuvo allá en la antigüedad Numa con la ninfa Egeria, o como aquellos que en la cumbre del Purgatorio, y después entre los esplendores del Paraíso, tuvo Dante con la tocaya de nuestra heroína.
Palabra del Dia
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