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Actualizado: 13 de noviembre de 2025


Un incidente nada más. Quedan los otros... ¡los otros! que avanzan por el lado oriental y van á entrar en Berlín. Las noticias del frente ruso eran las preferidas por él; pero quedaba en suspenso cada vez que buscaba en la carta los nombres enrevesados de aquellos lugares donde efectuaban sus hazañas los admirados cosacos.

-No huye el que se retira -respondió don Quijote-, porque has de saber, Sancho, que la valentía que no se funda sobre la basa de la prudencia se llama temeridad, y las hazañas del temerario más se atribuyen a la buena fortuna que a su ánimo.

Entró de lleno, con vida y alma, en la región de las quimeras deliciosas con que el ilustre Walter Scott y otros novelistas no tan ilustres solazaban a nuestros padres creando una Edad Media para su uso, poblada de trovadores y torneos, de hazañas estupendas, de castillos góticos, de héroes y de amores invencibles.

La conciencia, orgullosa de su propio valer, y el afán de dar cima á hazañas increibles, eran generales en todo el pueblo. El espíritu inquieto de la nobleza, que antes se había manifestado en luchas de partido y desórdenes interiores, consagraba entonces su actividad impaciente al servicio de la patria.

Cualquiera de mis hazañas anteriores bastaría para que me fusilasen: no merezco menos... Además, me inspira temor la venganza de los míos. Conozco los procedimientos del «servicio» cuando necesita deshacerse de un agente incómodo que está en tierra enemiga.

Apenas hubo dicho esto Sancho, cuando entraron por la puerta de su aposento dos caballeros, que tales lo parecían, y uno dellos echando los brazos al cuello de don Quijote, le dijo: -Ni vuestra presencia puede desmentir vuestro nombre, ni vuestro nombre puede no acreditar vuestra presencia: sin duda, vos, señor, sois el verdadero don Quijote de la Mancha, norte y lucero de la andante caballería, a despecho y pesar del que ha querido usurpar vuestro nombre y aniquilar vuestras hazañas, como lo ha hecho el autor deste libro que aquí os entrego.

El sabio se complace en la narracion de los prodigios de su saber, el ignorante se saborea en sus necedades; el valiente cuenta sus hazañas, el galan sus aventuras; el avariento ensalza sus talentos económicos, el pródigo su generosidad; el lijero pondera su viveza, el tardío su aplomo; el libertino se envanece por sus desórdenes, y el austero se deleita en que su semblante muestre á los hombres la mortificacion y el ayuno.

Pongan en las nubes escritores guiados por el miedo ó la adulacion aquellas hazañas de los reyes i tiranos de la tierra, dignas de ser sepultadas en el polvo, i aun borradas de la memoria de los hombres.

No se ocupa más que en seducir muchachas. ¡Cuántas familias son hoy desgraciadas á causa de sus hazañas! ¡Oh! los bandidos de esta clase deben ser quitados de entre los hombres. Hablan ustedes de una persona que me ocupa mucho en estos momentos dijo Lázaro. ¿Usted le conoce? ¿Usted sabe cuáles son los hábitos de ese malvado? ¿Pues no lo he de saber? manifestó Pinilla.

Valga para ejemplo el marqués del Duero. Cuantos personajes se han distinguido en la América española por su saber, por su ingenio, ó por sus hazañas, desde que la América española se declaró independiente, han sido en España tan celebrados y queridos como en la República misma donde ellos nacieron.

Palabra del Dia

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