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Actualizado: 13 de julio de 2025


Hazañas de Don García Hurtado de Mendoza, 1622, 4.º D. Nicolás Antonio, Bibliotheca Nova.

Y no impidió esta situación de guerra civil casi perpetua, el que los españoles se aunasen y peleasen gloriosamente contra los extranjeros, realizando portentosas hazañas, digno y propio asunto de las más hermosas epopeyas.

Y, así por gozar dél como de la conversación del cura, de quien ya iba aficionado, y por saber más por menudo las hazañas de don Quijote, mandó a algunos de sus criados que se fuesen a la venta, que no lejos de allí estaba, y trujesen della lo que hubiese de comer, para todos, porque él determinaba de sestear en aquel lugar aquella tarde; a lo cual uno de sus criados respondió que el acémila del repuesto, que ya debía de estar en la venta, traía recado bastante para no obligar a no tomar de la venta más que cebada.

Don Luis llegaba a olvidarse de sus aficiones matonescas y sus hazañas amorosas, cuando hablaba de la gente zafia de los campos que, movida por falsos apóstoles, quería repartírselo todo.

Entonces, rechazando como vergonzosa la posibilidad de haberse enamorado, sacrificó su gusto al pícaro amor propio, y determinó huir cuanto antes de Cristeta, en cuyos encantos comenzaba a vislumbrar, no una conquista semejante a sus anteriores hazañas, sino una red capaz de aprisionarle para siempre. <tb> Eran las dos de la madrugada.

De las mías no digo nada, pues no han de salir de los límites escuderiles; aunque decir que, si se usa en la caballería escribir hazañas de escuderos, que no pienso que se han de quedar las mías entre renglones.

-Basta -dijo don Fernando-, y no se hable más en esto; y, pues la señora princesa dice que se camine mañana, porque ya hoy es tarde, hágase así, y esta noche la podremos pasar en buena conversación hasta el venidero día, donde todos acompañaremos al señor don Quijote, porque queremos ser testigos de las valerosas e inauditas hazañas que ha de hacer en el discurso desta grande empresa que a su cargo lleva.

Economía portuguesa. ¡Qué rápida y curiosa decadencia la de Portugal! La naturaleza parece haber designado a Lisboa para ser la puerta de todo el comercio europeo con la América. Su suelo es admirablemente fértil y sus productos buscados por el mundo entero. En los grandes días, tuvo el sol constantemente sobre sus posesiones. Sus hazañas en Asia fueron útiles a la Inglaterra.

Los más eran combatientes de las guerras de Europa, segundones de ilustres casas, hidalgos pobres que habían hecho su aprendizaje en los tercios de Italia y de Flandes y asistido al saco de Roma: soldados orgullosos de sus hazañas y un tanto indisciplinados, que consideraban a sus jefes como iguales.

En lo de que hubo Cid no hay duda, ni menos Bernardo del Carpio, pero de que hicieron las hazañas que dicen, creo que la hay muy grande.

Palabra del Dia

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