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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Nuestra fortuna fué tal que no solo tuvimos ese placer durante algunos minutos, sino que logramos ver el espectro solar en toda su aterradora magnificencia, y la formacion súbita de una borrasca del lago de Lucerna. El alba comenzaba apénas cuando mas de trescientas personas nos hallábamos en el punto culminante, acechando el momento en que el sol debia asomar por encima de los Alpes.
Más de un minuto permanecimos unidos, abrazados; pero aun entonces, a pesar de su hermosura y de las circunstancias en que nos hallábamos, apelé a mi honor y a mi conciencia. Flavia dije con voz tan alterada que no parecía la mía, has de saber que no soy... Elevábanse sus ojos hacia mí cuando oímos, pesados pasos en el enarenado sendero del jardín y un hombre se detuvo ante el abierto balcón.
Y después de un instante de silencio, viendo a Hullin boquiabierto, la anciana prosiguió lentamente: Anoche nos hallábamos todos reunidos, después de cenar, en la cocina bajo la campana de la chimenea; la mesa estaba todavía puesta con las escudillas vacías, los platos y las cucharas.
Eran ya las ocho de la noche, y despues de haber tenido un felicísimo viaje, nos hallábamos á poca distancia de Paris cuando de repente advertimos que el tren se habia detenido. Despues de aguardar un cuarto de hora sin preguntar la causa, porque suponíamos que instantáneamente comenzaria de nuevo su marcha, y viendo que continuábamos en el mismo sitio, nos decidimos á preguntar la razon.
Don Diego y yo nos vimos tan al cabo que, ya que para comer al cabo de un mes no hallábamos remedio, le buscamos para no levantarnos de mañana; y así, trazamos de decir que teníamos algún mal. No osamos decir calentura, porque no la teniendo era fácil de conocer el enredo. Dolor de cabeza u muelas era poco estorbo.
Mas de cuarenta pasajeros nos hallábamos sobre el puente de popa, y no pocos iban apiñados hácia la proa. Algunos iban directamente á desembarcar en Brienz, en el extremo superior del lago; otros debian detenerse en el puertecito intermediario de Boenigen; los del mayor número íbamos á visitar de paso, durante algunas horas, la bellísima cascada de Giessbach.
Y ese obstáculo me dijo con picaresca sonrisa, lo ha suprimido Vuestra Majestad. Llevaré gustosa estas flores a la Princesa. ¿Quiere Vuestra Majestad que le diga lo primero que Su Alteza hará con ellas? Nos hallábamos en una amplia terraza inmediata al palacio. ¡Señora! llamó alegremente la Condesa, y a su vez apareció Flavia en uno de los abiertos balcones del primer piso.
Púsonos el iman el mismo ungüento que se pone á las criaturas recien circuncidadas, y todas estábamos á punto de muerte. Apénas habian comido los genízaros la carne que nos habian quitado, desembarcáron los Rusos en unos barcos chatos, y no se escapó con vida ni siquiera un genízaro: los Rusos no paráron la consideracion en el estado en que nos hallábamos.
Tales preocupaciones no me permitieron encontrar largo el camino y me creía aún muy lejos de C * cuando nos hallábamos en sus puertas. Nos dirigimos directamente a la estación, atravesando la ciudad con toda la rapidez de que eran capaces las piernas secas, de nuestro jamelgo. Como mi tío, no era ni corpulento ni delgado, habíamelo figurado alto y enjuto de carnes.
La impresión que a todos nos produjo fue la de hacer olvidar que nos hallábamos bajo un cielo gris y helado, creyéndonos transportados a los trópicos, y solo volví a la realidad de nuestra existencia cuando sentí un «hurry up», pronunciado con áspero acento sajón por dos jóvenes que pasaban a mi lado.
Palabra del Dia
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