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Actualizado: 1 de noviembre de 2025
Podía acercarse á ellas y entablar conversación, sin que experimentasen extrañeza. «Hablan de la guerra», volvió á repetirse; pero con la conmiseración de una inteligencia superior que conoce el porvenir y se halla por encima de las impresiones del vulgo. Sabía á qué atenerse.
Me encargó la madre que te lo propusiese como ocurrencia mía...; que te dijese cosas muy buenas de la chica.... Y no te las digo por si acaso las crees y te casas con ella.... Luego estarías bien desesperado.... Además de ser locas son malas; hablan infamias de todo el mundo, de ti también, y del padrino.... ¡Pobre Carmen!... Así no puedes vivir.... Yo arreglaré esto.
El aire de París es quizás el que mejor conviene a los tísicos. Hablan del Nilo: los posaderos del Cairo son los que han hecho extender esa opinión. Sin duda el vapor del río sirve para algo, pero, ¿y la arena del desierto no es perjudicial?
Sólo que las estrellas no son niñas, por supuesto, ni flores de luz, como parece de aquí abajo, sino grandes como este mundo: y dicen que en las estrellas hay árboles, y agua, y gente como acá: y su papá dice que en un libro hablan de que uno se va a vivir a una estrella cuando se muere. «Y dime, papá», le preguntó Nené: «¿por qué ponen las casas de los muertos tan tristes?
D. Gabriel me dijo con encantadora inocencia ¿todos esos hombres para qué están aquí, para qué hablan, para qué gritan? Le contesté lo que me parecía y no me entendió. Ostolaza sigue hablando. Sus brazos parecen aspas de molino... Todos se ríen de él. Veo que las Cortes, como los teatros, tienen su gracioso. Así es en efecto. Y el gracioso es Ostolaza... Pues me parece que junto a él está el Sr.
No calculas el valor que se quitan a sí mismas las personas cuando hablan más de la cuenta». «No me digas esas cosas». «Se me salen de la boca. Desde que calumniaste a mi mujer, la veneración y el cariño que le tengo se aumentan, y veo otra cosa; veo lo miserable que soy al lado suyo; tú eres el espejo en que miro mi conciencia y te aseguro que me veo horrible».
Entre personas que todos los días se ven y se hablan, y no se quieren bien, es imposible que en breve plazo no deje de estallar la discordia. La ocasión fué ésta. Tenía el ejemplar en la mano Maza, cuando acercándose don Rufo por detrás, exclamó en tono jocoso: ¡Vaya unos cocodrilos escuálidos! No son cocodrilos manifestó Maza en tono seco y desdeñoso, sin levantar la cabeza.
No, señores: la infantil ligereza con que nuestros vecinos hablan de nosotros; esa ligereza que es tan nativa en ellos, y que se les debe perdonar por ser un achaque de raza, una verdadera enfermedad de temperamento y dé carácter; ese chistoso sans façon con que nuestros vecinos dicen las mayores sandeces con la formalidad más pomposa y más entusiasta; esa especialidad francesa que consiste en hablar de la niñería más grande que se ocurre á hombre, con la mayor magnificencia y esplendidez del mundo; ese curiosísimo secreto de nuestros vecinos, no nos autoriza para insultar á una nacion.
Yo no soy de esos que hablan mal de una situación, y luego van a quitarles motas al que antes desollaron. Música, música. En fin, que yo agradezco... pero no puede ser... Me ofendería, sí señor, me ofendería. De modo exclamó Feijoo en voz alta, abriendo los brazos y tomando un tono que no se podría decir si era de indignación o de burla , de modo que ya no hay patriotismo.
Y ella, adivinando que este acercamiento repentino sólo era por el deseo egoísta de no verse solo, burlábase de sus aventuras en el buque. A usted, paisano, únicamente le interesa lo extranjero. No tiene ni una mirada para lo de casa... ¡Claro! Las de la tierra somos poco distinguidas, no tenemos chic, como dicen esas señoras que hablan con Isidro. Fernando la miró con interés creciente.
Palabra del Dia
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