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Actualizado: 18 de junio de 2025
Varios nos confirmaron que, efectivamente, habían oído hablar hacía unos quince años de un Juan de Aguirre, propietario en Ilo-Ilo y antiguo marino; en cambio, el capitán de la corbeta Mari Galante, Francisco Iriberri, a quien encontramos en una de esas calmas del Océano Índico, al sur de Madagascar, me dió otros datos.
¡Qué Brigadiera... madre... qué Brigadiera!... Es que no podemos hablar de estas cosas... pero... si yo le explicara a usted.... No necesito saber nada... todo lo comprendo... todo lo sé... a mi modo. Fermo, ¿te fue bien toda la vida dejándote guiar por tu madre, en estas cosas miserables de tejas abajo? ¿Te fue bien? ¡Sí, madre mía, sí! ¿Te saqué yo o no de la pobreza?
No había transcurrido una hora, cuando Juan despertó intranquilo, rompiendo a hablar de una manera algo descompuesta. Creyó Jacinta que deliraba, y se incorporó en su cama; mas no era delirio, sino inquietud con algo de impertinencia. Procuró calmarle con palabras cariñosas; pero él no se daba a partido. «¿Quieres que llame?». «No; es tarde, y no quiero alarmar... Es que estoy nervioso.
Estaba cansado de andar sin objeto y sin rumbo, cuando se me acercó un marinero de buenas trazas, hombre afable, que se puso a hablar conmigo. En aquella época, el puerto de Brest se cerraba al anochecer, por medio de una enorme cadena de hierro tendida de una orilla a otra, y se abría al estampido de un cañonazo, a la hora de la diana.
Nos cuenta, sin embargo, contradiciéndose, que el Sr. don Emilio Castelar le dió un almuerzo suculentísimo, en el que se sirvieron diecisiete platos, sin contar los postres, que serían, probablemente, cuarenta ó cincuenta, todo ello, para que no se atragantase, remojado con los mejores vinos españoles. Pues qué ¿quería más el Sr. Taylor? También se contradice al hablar de los clubs ó casinos.
Esta explicacion no debe confundirse con la teoría del interés privado; teoría rechazada por la religion, por los sentimientos del corazon, y combatida por los pensadores mas profundos; aquí, al hablar de fin se trata de un fin último, superior á lo que suele entenderse por la expresion: interés privado.
Hay un fondo de crueldad en el hombre, y sobre todo en el niño, que goza obscuramente cuando la barbarie humana sale a la superficie. Casi siempre, al hablar de las piraterías y de las brutalidades de los barcos negreros, Yurrumendi solía recordar una canción en vascuence.
Margarita habla atropelladamente, como si las sensaciones y las «ideas» no dieran lugar, en su afluencia vertiginosa, a la ordenación y concierto de la palabra. Me voy a poner el corsé dice para probarme los trajes: yo me los pruebo y tú apruebas o desapruebas. ¿Te parece? ¿Conforme? ¡Dí que sí! Sí, mujer, sí. No me dejas hablar. Tú te lo dices todo. Bueno... voy a ponerme el corsé.
Mas no se crea que sólo a lo cómico y alegre se inclina la musa del autor, aun en este libro, el más endeble de los suyos. Testimonio son de que sabe hablar en veras y herir al alma, además de alguno de los capítulos antes citados, los que terminan la última jornada, sobre todo el intitulado La vanguardia de la muerte, donde lo fácil se hermana con lo bien y hondamente sentido.
Este señorito llevó al forastero de visita en casa de su padre, que era el que más escupía por el colmillo en Villafría en punto a hablar de onzas de oro, y a ponderar la abundancia y grandeza con que vivía. A las pocas preguntas del forastero, el hacendado le dijo todo lo rico que era, triplicando sus facultades.
Palabra del Dia
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