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Nos cuenta, sin embargo, contradiciéndose, que el Sr. don Emilio Castelar le dió un almuerzo suculentísimo, en el que se sirvieron diecisiete platos, sin contar los postres, que serían, probablemente, cuarenta ó cincuenta, todo ello, para que no se atragantase, remojado con los mejores vinos españoles. Pues qué ¿quería más el Sr. Taylor? También se contradice al hablar de los clubs ó casinos.

Pusiéronle la mesa a la puerta de la venta, por el fresco, y trújole el huésped una porción del mal remojado y peor cocido bacallao, y un pan tan negro y mugriento como sus armas; pero era materia de grande risa verle comer, porque, como tenía puesta la celada y alzada la visera, no podía poner nada en la boca con sus manos si otro no se lo daba y ponía; y ansí, una de aquellas señoras servía deste menester.

BACALAO AL HORNO. Cortado a trozos después de remojado y limpio, se cuece unos momentos y se pone a escurrir. Aparte y en aceite muy caliente, se fríe cebolla y medio kilo de tomate. En una besuguera se pone una capa de tiras de pimientos asados, otra de tomate, otra de bacalao, y así sucesivamente, procurando que la última sea tomate. Se mete al horno, y se sirve en la misma besuguera.

JAMÓN EN DULCE PARA EL MOMENTO. Se cortan unas magras de jamón muy finas y se meten en vino blanco muy azucarado, durante una hora; se seca bien con un paño blanco y se refríen en manteca de vaca muy caliente, y haciéndole hervir en el mismo vino azucarado donde se ha remojado. JAMÓN EN DULCE. Tómese un trozo grande de jamón y póngase a remojar un día entero.

Después de algunas frases vulgares, de haber refocilado el estómago con las viandas y remojado la palabra, dijo su señoría: No piense vuesa merced que me he pegado un trote desde Yanaoca sólo para darle saludes. Usiría sabe contestó el párroco que cualquiera que sea la causa que lo trae es siempre bien recibida en esta humilde choza.

Pues no hay cuento que valga hasta que me haya remojado el gaznate. ¡Buena cerveza! Era en el otoño de 1356; nuestro príncipe Eduardo tomó por Auvernia, el Berry, Anjou y Turena, y de Auvernia os diré que las muchachas son zalameras y el vino agriado. En Berry dadle vuelta y aprended que las mozas son hoscas y el vino una bendición.