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Actualizado: 12 de junio de 2025


Pensé entonces que, al verlos tan interesados el uno por el otro, comparaba tristemente su entusiasmo con nuestro silencio de enfado, y este pensamiento me conmovió. Querida Luciana... he debido comprender que esta expedición la ha puesto a usted nerviosa y que su rigor no era más que un efecto del cansancio... No he debido guardarle a usted rencor...

Pues eso digo yo de usted cuando, habiéndonos citado a las ocho, veo que usted comparece a las ocho y media. De despreciar el tiempo, desprecie usted también el espacio. Y de respetar el espacio, ¿por qué no guardarle también al tiempo un poco de consideración? Pero con esa precisión, con esa exactitud, la vida sería imposible opina mi amigo.

Cuando tales cosas decía de él un diario ministerial, que poco antes le había puesto en los cuernos de la luna, ¿qué no dirían los que, amén de ser de oposición, no tenían que guardarle miramiento alguno? Jamás supo el pobre hombre hasta qué punto le maltrató aquel día la prensa de todos matices.

¡Ay! suspiraba el pobre notario, que había alimentado mucho tiempo otra esperanza, mi ahijado no sospecha el perjuicio que me ha hecho. Pero, lejos de guardarle rencor, el excelente hombre le daba el cariño que su madre adoptiva no quería.

Martín lanza densas bocanadas de su pipa; en medio de la nube en que se ha envuelto, murmura después de una nueva pausa: ¡Hum! eso depende... ¿De qué? De que no le guardes rencor. ¿Yo, guardarle rencor? Vaya, vaya, no te defiendas. Juan no responde. No le costará mucho trabajo convencer a su hermano; y, cerrando los ojos, hunde de nuevo la cabeza en los pámpanos que agita el aire.

Mon cher ami le cordonnier! entró diciendo el señor Colignon, con modulaciones y altibajos en la voz, que sonaban como las gárgaras de un pavo; los brazos abiertos, con que estrechó contra su corpacho al manso, dulce y enjuto Belarmino . Que yo os quiero, ilustre y simpático cordonnier. Yo también le quiero a usted, señor Coliñón, sin guardarle rencor por el mote.

El mal genio de madre me parecía disculpable por los trabajos y penalidades que ocasiona una casa de labor, la brutalidad de mi padrastro se hizo menos aborrecible a mis ojos recordando que no era mi verdadero padre, y en cuanto a las crueldades de mi hermanastra... como si no hubiesen existido. Es decir, las recordaba, pero sin guardarle rencor.

Todavía, sin embargo, disculpaba a don Paco recordando que ella le había despedido y que él no tenía que guardarle fidelidad.

Todo el raudal de amor que de él brotaba y que iba a ti, Dios mío, no, jamás pensé en robártele y guardarle para ; pero pensé con egoísmo en abrir cauce en mi espíritu a aquel claro, impetuoso y cristalino torrente, a fin de que llegara por él a su centro.

Ya ve usted cómo la cosa ha pasado sin mayores inconvenientes y que la señora no me ha maltratado mucho. Es que sabía que estaba usted sólidamente apoyada por retaguardia respondió el pintor riéndose . Yo estoy obligado a guardarle más consideraciones, eso lo sabe ella muy bien, y temo que la tempestad que no ha hecho más que asomar para usted, estalle sobre .

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