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Actualizado: 15 de julio de 2025


Llegó, pues, esta gente que guardaba La nave vizcaina, y en llegando Al piloto unos grillos luego echaba El Juan Ortiz la cosa exagerando. El preso su venida disculpaba, El miedo por escusa presentando, Diciendo: "que en la nave

Yo que comí más de una vez á la mesa con los clérigos te lo puedo certificar. Y el Espíritu Santo ha dicho: «Si te ensalzas te humillaré, y si te humillas te ensalzaré». Así habló el hombre más profundo que guardaba entonces el valle de Laviana y quizá las riberas todas del Nalón caudaloso. ¡Padre, padre! ¿por qué me dice usted eso? exclamó Demetria angustiada.

En estos armarios se guardaba una razonable cantidad de caramelos, rosquillas bañadas, suspiros, magdalenas, almendrados, y sobre todo, las alabadas crucetas y famosísimas tabletas cuyo renombre habrá alcanzado seguramente los oídos de nuestros lectores. Todo de la más remota antigüedad.

Desde su rompimiento, la joven guardaba en el fondo de su pecho hacia el majo un sentimiento indefinible, mezcla de rabia y simpatía, de desprecio y amor. Velázquez, que siempre había sido poco amigo de echar las piernas al alto, se negaba, haciendo, sin embargo á su antigua novia mil cortesías, mostrándose con ella extremadamente dulce.

Los fugitivos, en varias ocasiones, quisieron matar al P. Zea; mas Dios, que le guardaba, le libró siempre, de varias maneras, de su furor y crueldad.

Mejor sería que en vez de decir tales cosas les dieses a esos infelices algo de lo que robas a la Virgen. El sacristán levantaba los hombros con desprecio. Ya que no tenían para comer, que no hiciesen hijos. Allí estaba él con solo una hija. No se creía con derecho a más, y eso que, gracias a Nuestra Señora, guardaba un mendrugo para la vejez.

Con esto, y como para consolarse algo, desenlazó el cordón de su vestido y sacó del pecho un rico guardapelo, donde guardaba un rizo de su madre, que se puso a besar.

Don Benito trataba de tranquilizarla; mi tío Ramón, sumiso siempre, la miraba guardando un respetuoso silencio; la idea de una apoplegía le había cruzado la mente; pero, ya fuera por temor, ya por moderación, se guardaba bien de aconsejar a su mujer la moderación, el reposo y sobre todo, los purgantes que el desconocido doctor Brown le había instituido como tratamiento hacía ya muchos años.

Abrió un vargueño, en cuyos cajoncillos guardaba papeles y alhajas de gran valor que habían ido á sus manos en garantía de préstamos usurarios: algunas no eran todavía suyas; otras, . Un rato estuvo abriendo estuches, y á la tía Roma, que jamás había visto cosa semejante, se le encandilaban los ojos de pez con los resplandores que de las cajas salían.

En su trato y relaciones, así con la gente seglar y profana como con la mayoría de sus hermanos los religiosos, el Padre Ambrosio de Utrera, si bien mostraba, sin vanidosa ostentación y cuando convenía, la ciencia teológica que con sus estudios había adquirido y que atesoraba su inteligencia, todavía guardaba, en lo más hondo y arcano de su mente, cierta filosofía oculta que la prudencia, y tal vez compromisos y deberes de secta, le prescribían no revelar por completo a nadie.

Palabra del Dia

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