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Actualizado: 6 de julio de 2025
El hecho de que lo escriba más tarde de lo que he pensado no quiere decir que no sea verdad...» Y debajo de aquellas palabras, en caracteres más gruesos, más irregulares, trazados con mano temblorosa, estaba escrito esto: «¡Ha leído! ¡Ha creído!...»
Tengo un antojo le decía a mi tío, tirándole de la pera, y me voy a morir sino me lo satisfaces, sabes... ¡un gran antojo! Mi tío ponía cara de bandido sorprendido infraganti. Un antojo... pero que nadie sepa lo qué es... ni lo digas tú a nadie... Ven, acércate, yo te lo diré al oído... Y el viejo, con movimiento de palomo, acercaba el oído a sus gruesos y provocativos labios.
Todos los días se paseaba por el atrio del Casino esperando con impaciencia los grandes papeles con gruesos caracteres manuscritos que los empleados iban fijando en los tableros. El sólo buscaba en los últimos telegramas el principio de la ofensiva anunciada por los enemigos.
De modo que, aunque para el servicio de Dios y culto divino ninguna riqueza puede decirse que es excesiva, con todo, atendiendo a la pobreza de los pueblos y sus naturales, parece que se excedieron en esto. Las torres o campanarios son de madera, formados de cuatro pilares u horcones gruesos y altos, con dos o tres entablados que hacen otros tantos cuerpos, y su tejadito.
Vestian todos calzon angosto y chupa de paño burdo, color de castaña ó pardo, sombreros de paja, pintados de negro, de alas angostas y copas monumentales á estilo de cubiletes; y calzaban gruesos botines claveteados ó zuecos de madera bien trabajados.
Se confundían en alegre discordancia las diversas músicas. Pasaban parejas amorosas, perdiéndose en la obscuridad; guerreros de remotos países que abarcaban con un brazo el talle de una mujer. ¡Tan lejos!... ¡tan lejos! seguía suspirando la vieja. Vió de pronto un soldado que le sonreía, un soldado todo blanco desde el casco de trinchera hasta los gruesos zapatos.
Por este cuadriculado del suelo corría el hierro líquido al salir de los hornos, tomando la forma de lingotes. La tierra ardía, obligando al doctor á mover continuamente los pies. Los gruesos muros de los hornos irradiaban un calor sofocante que abrasaba la piel. El ingeniero, habituado á esta temperatura, describía con gran calma la función de los altos hornos.
El obispo D. Leopoldo de Austria, hijo del emperador Maximiliano I, y tio por consiguiente de Cárlos I, prelado de grandes ánimos y no menos grande celo asociados con gustos y flaquezas de príncipe, así que tomó posesion de su obispado se propuso adelantar todo lo posible la obra comenzada; llevó á cabo las bóvedas de las naves inferiores que rodean la gran fábrica y aseguran su solidez, y para que sirviesen de contraresto por el poniente al empuje de la bóveda del coro, levantó dos gruesos pilares, de quince piés en cuadro en su planta, unidos por medio de sendos arcos con los dos recios machones angulares de la fachada del trascoro.
El reverso de su hermana Carlota, tan redondita, tan sosegada, de una pasta tan excelente que no había medio de alterarla. No era bella, al decir de los inteligentes; su nariz no estaba bien modelada; los labios eran demasiado gruesos.
Yo esperaba por lo menos un tiroteo, un ¡alto!, un ¡viva el ejército reivindicador!, algo, en fin, que me facilitase tema para inaugurar mi vida de corresponsal en campaña con un telegrama de esos que obligan á los regentes y empleados de la imprenta á registrar todas las gavetas del almacén en busca de tipos gruesos como puños.
Palabra del Dia
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