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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Dijo en esto Sancho Panza a su amo: -Mire vuestra merced, señor caballero andante, que no se le olvide lo que de la ínsula me tiene prometido; que yo la sabré gobernar, por grande que sea.

Sancho se le humilló y le dijo: -Después que bajé del cielo, y después que desde su alta cumbre miré la tierra y la vi tan pequeña, se templó en parte en la gana que tenía tan grande de ser gobernador; porque, ¿qué grandeza es mandar en un grano de mostaza, o qué dignidad o imperio el gobernar a media docena de hombres tamaños como avellanas, que, a mi parecer, no había más en toda la tierra?

No había más santos en el salón ni otra cosa que revelase la morada de un mitrado. El Ilustrísimo Señor don Fortunato Camoirán, Obispo de Vetusta, dejaba al Provisor gobernar la diócesis a su antojo; pero en su salón no había de tocar.

Toda la poblacion de Villa Bella de Mattogroso, cuando yo estuve en el Xaurú, se reducia á veinte y cinco ranchos de paja, y una casa de piedra, que hicieron entonces para el capitan general de Cuyabá, D. Antonio Rolin, que habia pasado á vivir en la Villa Bella, para fomentar desde allí el establecimiento portugues en los Moxos: y en efecto pasó despues el dicho caballero á gobernar los portugueses en la estacada de Santa Rosa.

Para gobernar una nación, para administrar su hacienda y hasta para mandar sus ejércitos, nadie vale lo que un buen orador, capaz de hablar a todas horas fácilmente y sin fatiga. Cuando surja una guerra, dirigirás desde tu sillón á los generales; cuando llegue el momento de negociar la paz, confiarán esta misión á un congreso de oradores. La palabra gobernará al mundo más aún que el sable.

Les hará el favor de gobernar, si los tres años que abraza el período legal se prolongan a cinco, y se le entrega la suma del Poder público, palabra nueva cuyo alcance sólo él comprende. En estas transacciones se hallaba la ciudad de Buenos Aires y Rosas, cuando llega la noticia de un desavenimiento entre los gobiernos de Salta, Tucumán y Santiago del Estero, que podía hacer estallar la guerra.

Y el viejo Luna, saltando de abuelo en abuelo a través de los siglos, recordaba al archiduque Alberto, que renunció la mitra toledana para ir a gobernar los Países Bajos, y al magnífico cardenal Tavera, protector de las artes; todos príncipes excelentes, que habían tratado con cariño a la familia, reconociendo su secular adhesión a la Santa Iglesia Primada.

¡Oh, oh! exclamó Montiño , á quien empezaban á parecer bien aquellos polvos; ¿y para qué querían que la reina fuese obediente al rey? ¿y quién lo quería? Os diré, señor Francisco: la reina, en la apariencia, obedece al rey; pero en realidad conspira. ¡Ah, ah! eso es cierto. Pues bien; con las conspiraciones de la reina no se puede gobernar. ¡Ah, ya!

Rubín, después de su fracaso en el campo y corte de D. Carlos, había tomado en aborrecimiento a los hombres del bando absolutista; pero conservaba las ideas autoritarias y la opinión de que no se puede gobernar bien sino dando muchos palos.

Con la poca que repuse cualquier sacristán podía pronunciar en las Cortes discursos dignos de ser oídos. El señor es de los que van todos los días a alborotar a la tribuna. Es un oficio con el cual viven muchos. ¡Qué aberración! ¿Y desde tal sitio y desde tales tribunas se piensa gobernar el reino?

Palabra del Dia

bagani

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