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Actualizado: 29 de junio de 2025
¿Qué mas pudo hacer la Corte, en unos tiempos en que se hallaba afligida la España con los empeños que le ocasionaba la obstinada rebelion de los Flamencos, que aprontar tan respetable armada, y reforzarla posteriormente con cuatro galeones?
No le quedaba ahora otra idea que huir sin descanso hacia el mar, otra esperanza que los galeones. Soñaba en alguna región de las Indias, donde las plantas, las frutas, las aves, las estrellas, todo fuera nuevo para él y nada le recordase la tierra vieja y maligna en que había nacido, aquella tierra en que todo era adversidad, maleficio, embrujamiento.
Más de una vez ha escapado con los ricos galeones de Méjico a los garfios de esos malditos ingleses, que, no obstante, no tienen nada de tontos, ¡los herejes! y se persignó. Después, dirigiéndose, al timonel: No vayas contra el viento; orza, orza, torpe, y piensa en virar en redondo.
Ya era un gallardo bergantín, alzando sus dos palos y su cuadrado velamen; ya una graciosa goleta, con su cangreja desplegada, rozando las olas como una gaviota; ya un paquete, con sus alas de espuma en los talones y su corona de humo en la frente; ya un fino laúd; ya un elegante esquife; sin nombrar las lanchas pescadoras, los pesados lanchones, los galeones panzudos, los botes que volaban al golpe acompasado de los remos.... Si Chinto no fuese un animal, podría alegar en su abono que el Océano y el voltear de una rueda son imágenes apropiadas de lo infinito; pero Chinto no entendía de metafísicas.
Solo estuvo en la pelea; solo cuando Fernando, que a nada se supo atrever, ni quería descontentar a los de la conquista, que le mandaban a la corte tan buen oro; solo cuando Carlos V, que de niño lo oyó con veneración, pero lo engañaba después, cuando entró en ambiciones que requerían mucho gastar, y no estaba para ponerse por las «cosas del clérigo» en contra de los de América, que le enviaban de tributo los galeones de oro y joyas; solo cuando Felipe II, que se gastó un reino en procurarse otro, y lo dejó todo a su muerte envenenado y frío, como el agujero en que ha dormido la víbora.
Q. El Adelantado estaua En Cadiz con 40 galeras y 40 Galeones, y otro número de nauíos menores, y q. partia con todo a las Islas de Canaria, pero q. a primero de Agosto no eran partidas. De suerte que no deue de ser verdad auer venido a Estos mares, sino dissimulacion, para desmentir la yda a las Islas, el pedir puerto, y vituallas en los puertos de Francia.
El 11 de enero estuvo espuesto el Santísimo desde la hora de prima, se celebró la misa con sermon y hubo procesion por la tarde, en accion de gracias rogada por el rey, por haberse salvado de manos de los ingleses y holandeses los galeones y flota de España en noviembre del año último.
Los galeones fueron siempre disparando artillería á las galeras que los seguían, haciéndolas estar bien largas dellos, sin perder de hacer su camino. Perdiéronse nuestras galeras tan ruinmente, que entre todas sólo dos ó tres pelearon. La Mendoza de Nápoles quedó sin gente: toda murió combatiendo.
Yo empero, miéntras no llegaba esta fatal época de indulgencia y moderacion, dexé á toda priesa un pais donde ningun contento templaba su severidad, y me embarqué para España. Estaba la corte en Sevilla, habian llegado los galeones, y en la mas hermosa estacion del año todo respiraba abundancia y alegría.
Luego, los galeones de la colonización llevaban mujeres y niños, familias en masa que se trasladaban al Nuevo Mundo, y cuando creían ver sus costas eran tragadas por la tormenta, bajando para siempre a las profundidades del mar. Los marinos expertos, amaestrados en anteriores viajes, no eran suficientes en número para las expediciones, cada vez más numerosas, a las tierras colonizadas.
Palabra del Dia
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