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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Me fui a ve al señó un anocheser, cuando iba a sentarse a cená con la familia. «Mi amo, yo soy el Plumitas, y nesesito sien duros.» Me los dio, y me fui con ellos a la vieja. «Abuela, tome: páguele a ese judío, y lo que sobre pa usté y que de salú le sirva.» Doña Sol contempló con más interés al bandido. ¿Y muertes? preguntó . ¿Cuántos ha matado usted?
¡Ay, Nieves! la dijo Bermúdez entonces moviendo desalentado la cabeza : tampoco yo soy lo que fui en el modo de mirar ciertas cosas; también tengo, de poco acá, mi correspondiente velo que me cambia los colores. ¡Si supieras qué fantasmas veo algunas veces, y con qué claridad en otras!
Yo fui el mayorazgo, y como tal, aquí arraigué desde el punto y hora en que nací. Tu padre, como más necesitado, echóse al mundo, y rodando mucho por él, adquirió buenos caudales y una mujer que no había oro con qué pagarla.
Yo acostumbraba á llevarle la comida al monte. En una ocasión mi madre había estado enferma y en la cama algunos días, y tomó algunas medicinas que yo le fuí á buscar.
La duquesa tomó la carta, se acercó á la luz, buscó sus antiparras, se las caló y leyó lo siguiente: «Ayer fuí á vuestra casa y estábais enferma; yo sé que gozáis de muy buena salud: ayer tarde pasé por debajo de vuestros miradores, y al verme, os metísteis dentro con un ademán de desprecio; anoche hicísteis arrojar agua sucia sobre los que tañían los instrumentos de la música que os daba; esta mañana no contestásteis á mi saludo en la portería de damas y me volvísteis la espalda delante de todo el mundo; todo porque no he podido ser indiferente á vuestra hermosura y os amo infinitamente más que un esposo que os ha ofendido, degradándose.
Sin embargo, recuerdo que cuando venía a pasar alguna temporada a Sevilla, he jugado con ella en su casa y hemos paseado juntas con frecuencia. Después que entró en el colegio no la he vuelto a ver más de tres o cuatro veces, que fui exprofeso a visitarla con una tía mía y de ella también... Tiene usted buen gusto.
No muchos días después de haber llegado a Madrid con el fin de seguir la carrera de leyes, fui invitado por uno de mis condiscípulos para entrar en cierta Academia o Ateneo escolar, donde algunos jóvenes estudiosos se adiestraban en el arte de la elocuencia.
Amaneció el viento al OSO fresco, y fui á la Isla de Bordas á observar la latitud, que es de 40° 3'. A las doce y media mandé la mitad de la gente á bordo, por haber arreciado mucho el viento, y fué tanto que no pudo volver el bote en busca mia, ni de la demas gente. Siguió siempre el temporal, y me quedé en la isla esta noche, habiendo sido preciso á bordo dar fondo á la esperanza.
18 Escuchando, oí a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme y seré convertido; porque tú eres el SE
Sí, yo; porque en el primer momento de estupor incliné la cabeza ante la sentencia que te condenaba; porque no reaccioné bastante pronto contra la infamia que te era impuesta, fuí rechazado por tu madre y por tu hermana..., ¡por tu hermana, á quien amo, por María, que estuvo aún más dura que su madre!
Palabra del Dia
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