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Actualizado: 17 de junio de 2025
Al fin, casi a viva fuerza, entre los aplausos frenéticos del corro, Cuervo, el hercúleo alférez de la primera, levanta en brazos a la Niña y la sienta en la tabla. ¡Agárrate bien, Nuncia! le grita Paco Gómez, mientras el citado alférez y algunos otros amigos empiezan a mecerla. ¡Suave, suave! exclama Carmelita. No hay cuidado; así lo hacen, porque temen dar con ella en tierra.
Los apóstoles de la nueva ley me parecieron, en su mayor parte, bribones infames ó frenéticos furiosos, llenos de envidia y sedientos de sangre. Vi al talento, á la virtud, á la belleza, al saber, á la elegancia, á todo lo que por algo sobresale en la tierra, ser víctima de aquellos fanáticos ó de aquellos envidiosos.
Sí contestó Fernando con su acostumbrada hipocresía. Si; hay insensatos que juzgan que para mi hay gloria, hay dignidad fuera de la Constitución, y estoy dispuesto á castigar á ésos con más rigor que á los frenéticos demagogos. Energía, energía es lo que quiero.
Acudía ya a las voces de socorro alguna gente; pero él les dijo: Nada, señores, que se están pegando ahí arriba los redactores del Joven... A ver, guardia, suba usted y diga a esa gente que si continúan dando escándalo me voy a ver precisado a mandarles a la cárcel. Cuando se supo la verdad del caso, se rió mucho esta salida. Los del Camarote se pusieron frenéticos.
Pepe Vera atravesó tranquilamente el circo en medio de aquellos frenéticos testimonios de admiración apasionada, de aquella unánime ovación, saludando con la espada a derecha e izquierda, en señal de gratitud, sin que excitase en su pecho sorpresa ni orgullo un triunfo, que más de un emperador romano habría envidiado. Fue a saludar al Ayuntamiento y después al duque y a la real moza.
Allí había venido á abrazarle su madre, la pobre doña Luisa, llorando, cubriéndolo de besos frenéticos, como si hubiese creído perderle para siempre.
No es fácil representarse el estupor que se apoderó del ingenioso Sánchez al ver a aquellos energúmenos vociferando frente a él y metiéndole los puños por la cara. Todo su discurso estaba lleno de benevolencia, de ideas conciliadoras; creía estar lisonjeándoles; hasta esperaba verlos enternecidos como él andaba cerca de estarlo. Y he aquí que de repente se levantan frenéticos, amenazadores.
Singularmente los pollos se agitaban convulsos, frenéticos; encontraban deficiente la legislación, que no contenía medios de prohibir semejantes monstruosidades.
Todos los animales que montábamos, eran por el estilo; en el camino llano que va a Soacha, sólo una nube de polvo revelaba nuestra presencia. Volábamos por él, y los caballos, excitándose mutuamente, tascaban frenéticos los frenos, y cuando algún jinete los precipitaba contra una pared baja de adobes o contra un foso, salvaban el obstáculo con indecible elegancia.
Y como en viento su invención consiste, En ocho días, y en menor espacio, Conforme su caudal la adorna y viste. ¡Oh, quán al vivo nos compara Horacio A los sueños frenéticos de enfermo Lo que escribe en su triste cartapacio!
Palabra del Dia
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