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Actualizado: 30 de abril de 2025
Á ver, Simón, tres arqueros, los mejores que tengas, ordenó el barón; que elijan los arcos más poderosos que haya á mano y den una lección á los artilleros apenas crean que no perderán sus flechas. ¡Arnoldo, Renato y Jaime, á popa! exclamó enseguida el veterano. Una sangría al primer babieca que toque aquel pedrero. Trescientos cincuenta pasos, á lo sumo.
Diciendo esto, asió Simón el poderoso arco que á la espalda llevaba, tomó tres flechas y señaló á los niños, que ávidamente seguían todos sus movimientos, un altísimo árbol y más allá, en un claro del bosque, un tronco carcomido de un pie de diámetro y no más de dos ó tres de altura.
A lo lejos, en el valle, se dibujaban con una limpidez extraordinaria las flechas de los abetos, los lomos rojizos de las rocas, los tejados de los caseríos, con sus estalactitas de hielo pendientes de las tejas, sus ventanillas centelleantes y sus agudos mojinetes.
Con bolas, flechas, dardos y macanas, La guerra aquí se hizo lacrimosa: El Cristiano que vé sus fuerzas vanas, Y ser la resistencia peligrosa. Dejando su miseria en las sabanas, Los pies pone el que puede en polvorosa, Y al bergantin se acoge de corrida, Por escapar si puede con la vida.
Hallábamonos sin mas defensa que un bosque al lado, cuatro arcabuces y 20 indios Cários, que traia yo de la Asumpcion; y con tan poca fuerza nos mantuvimos cuatro dias contra ellos. Disparábannos muchas flechas, y considerando era vana la resistencia, á la cuarta noche nos emboscamos sin comida y con muchos indios que nos perseguian.
Llegaron a un claro lleno de verdor y acribillado por las flechas de oro del ardiente astro. Un majestuoso círculo de hayas gigantescas, que formaba una especie de barrera, los protegía contra toda sorpresa. Raúl se detuvo junto a un banco de musgo y dijo: Estamos en lugar seguro.
Como consecuencia inmediata del feudalismo, el que constantemente se localizasen las contiendas de cacique á cacique, manteniendo los campos en continua alarma, viniendo muy á menudo á las armas, que consistían en piedras, flechas y lanzas, que arrojaban con suma destreza.
Pero antes, rompe las flechas De mi carcax no vacío: Mi brazo no tiene brío Y el arco se vá á quebrar. «Mourir sans vider mon carquois!» ANDR
No puede una vivir sin tener algún ser pequeñito a quien adorar. ¡Hija de mi alma!, es una gran desgracia para todos que tú no nos des algo. A Jacinta se le clavó esta frase en el corazón, y estuvo temblando un rato en él y agrandando la herida, como sucede con las flechas que no se han clavado bien. «Pues sí, esta casa es muy... muy sosona.
Las cosas, que tenian ofrecidas A los nuestros, con ellos se metieron En la barca con flechas muy crecidas, Y en trueco de rescates las vendieron. Sus carnes, de aire y sol ennegrecidas, Algunos españoles las cubrieron; Que estima esta nacion mucho cubrirse, Y
Palabra del Dia
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