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Actualizado: 21 de julio de 2025
De allí llegamos al monte llamado San Fernando, semejante al que llaman Bogemberg , y dimos con los indios Payaguás, á 12 leguas de Itatin: recibiéronnos de paz, aunque fingida como se conoció despues, llevándonos á sus casas, y nos regalaron con pescados, carnes, algarrobas, ó Pan de Juan; así estuvimos nueve dias.
»Amigo mío; aquí también hay una especie de alta sociedad, y se pasa el rato alegremente en conciertos, fiestas y representaciones. Los romances moriscos que recita aquella vieja que parece exacto traslado de la tía Fingida, y en efecto lo es, han producido en mí mayor sensación que las fanfarronadas de todos los cómicos modernos.
En resolución, dentro de quince días estuvo fuera de peligro el herido, y a los veinte declaró el cirujano que estaba del todo sano, y ya en este tiempo había dado traza Tomás como le viniesen cincuenta estudos de Sevilla, y sacándolos él de su seno, se los entregó al huésped con cartas y cédula fingida de su amo; y como al huésped le iba poco en averiguar la verdad de aquella correspondencia, cogía el dinero, que, por ser en escudos de oro, le alegraba mucho.
Esta sordera fingida, de la cual toma su título la obra, da ocasión á las escenas más graciosas. Don Diego induce después á un primo suyo, llamado Don Juan, á disfrazarse de alguacil y acusar á Don Fadrique de un delito supuesto.
La desdichada se empeña con toda la energía de su alma en dominar su inclinación, declarando á Don Alvaro, con fingida frialdad, que se casó con su esposo por deber y por amor. Durante esta entrevista se oye un cañonazo: es la señal que anuncia la partida de Don Juan; Serafina se apresura á acompañarlo á su patria, y Don Alvaro se queda en Gaeta sin esperanza.
El joven sonrió disimulando su turbación, y respondiendo con fingida indiferencia: A cualquiera le llamará la atención una mujer tan hermosa. ¿Quién es? ¿No la conoce usted? Es la señora de Osorio, un banquero, hija de Salabert. ¡Ah! ¿hija de Salabert? ¿Vive en aquel palacio grande del paseo de Luchana? No, señor; vive en un hotel de la calle de Don Ramón de la Cruz.
En aquel momento se oyó el trote de un caballo que se detuvo á la puerta de la hostería, palideció el prudente Pelisier y se agazapó bajo la mesa, á tiempo que se oía la voz de Gualtero llamando á Roger. Dejó éste la venta con su compañero y pronto alcanzaron á los dos arqueros. Bonita manera de tratar al señor Bombardón de Pelisier, dijo Roger á Tristán con fingida severidad.
Ya el primer alcalde, manso y piadoso, blando y compasivo, dijo: No quiero que vayan a vuestra casa, sino a la mía, donde les quiero dar una lición de las cosas de Argel, tal, que de aquí adelante ninguno les coja en mal latín en cuanto a su fingida historia. Los cautivos se lo agradecieron, y los circunstantes alabaron su honrada determinación.
El maestro contestó, con un dejo de orgullo, que no pasó inadvertido a las maliciosas orejas de los muchachos: Era mi hija Silvia... ¿Cómo, monsieur Jaccotot?... preguntó todavía Aguilar, con no fingida sorpresa. Nosotros nada sabíamos de que usted fuera viudo... Monsieur Jaccotot meneó la cabeza en forma de negación...
¿Por qué me trata usted así? preguntó con pena fingida Baltasar, que en sus adentros renegaba de la virtud plebeya ¿Qué mal hay en...? ¿Por qué? repitió Amparo con sumo brío . Porque no me conviene a mí perderme por usted ni por nadie. ¡Sí que es uno tan bobo que no conozca cuando quieren hacer burla de uno!
Palabra del Dia
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