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Actualizado: 22 de mayo de 2025


En los crepúsculos de invierno, obscuros y muchas veces lluviosos, salvaba Roseta temblando más de la mitad del camino. Pero el trance más cruel, el obstáculo más temible, estaba casi al final, cerca ya de su barraca, y era la famosa taberna de Copa. Allí estaba la cueva de la fiera. Era este trozo de camino el más concurrido é iluminado.

Sacó en limpio de esta perorata el Sr. de Cedrón que Doña Francisca Juárez no tenía la cabeza buena; y creyendo que las explicaciones y el contender sobre lo mismo no atenuarían su trastorno, puso punto final en aquel asunto, y se despidió, quedando en volver al día siguiente para el examen de papeles, y la entrega, mediante recibo en regla, de las cantidades devengadas ya por los herederos.

A los pocos momentos eran centenares; al final llenaron la mayor parte de la pradera, siendo más de mil. Numerosos enanos, que por sus trajes parecían hombres de campo y en realidad eran mujeres, silbaron y agitaron sus cayados para ordenar y agrupar á estos animales.

La que lleva el de la llamada del bambán grande, hace mover una pesadísima máquina para descascarillar palay, que se asienta al final de aquella.

Cuando el acordeón, como una isoca que se encoge, se replegó ondulante emitiendo su gorjeo final y los guitarristas rasguearon sobre las cuerdas como en un pizzicatto decreciente y sonaron los aplausos y aquel «cinturón ardiente» se corrió por la cintura como una culebra que se desliza, y Melchor se inclinó en una graciosa reverencia sobre la rubia, el hermano de ésta avanzó resueltamente y sin calcular la impresión que provocaba en todos, la tomó del brazo diciéndole que era hora de retirarse, al mismo tiempo que hacía una seña a la otra hermana sentada con Lorenzo bajo el farol de la pared del fondo.

Un rugido de trompetería guerrera saludó desde el antecomedor el final del brindis, y los criados reanudaron apresuradamente el servicio. Aquí ya no dan más dijo Maltrana después de los postres . Subamos al jardín de invierno a tomar el café. Ocuparon los dos amigos una mesita inmediata a una de las puertas.

Después de 1850 desaparecieron las fuentes que en el centro de la Alameda existían, y hace años se trasladó al final la pila de la Plaza de San Francisco, se rodearon de sencilla verja los Hércules, se reformaron algunos asientos de la entrada, intentándose plantar un jardín en ambos lados, que no llegó á prosperar por descuido.

El deseo de llegar cuanto antes a este final apetecido era lo que le hacía audaz y acallaba sus temores de una probable ruina. Los que le habían conocido en otros tiempos asombrábanse por el cambio radical de su carácter. Su tío don Juan no hablaba ya con él. Un día dio por roto el parentesco, faltándole poco para que pegara a su sobrino.

La descripción de su locura es, sin disputa, de lo más magistral y poético que se ha escrito; finalmente, libre ya su alma del delirio que la embargaba, confiesa á Jesucristo y consigue del apóstol, que, al final del drama, recibe el martirio, la anulación de su pacto con el Diablo .

Por ejemplo: «Los dos hechos históricos más nocivos para el progreso de la ciencia pura y el imperio final de la cultura fueron la invención del papel y la invención de la imprenta.» «Si en lugar de escribir en resmas de papel se escribiese en un menguado folio de pergamino, entonces merecería leerse, porque no se escribiría sino lo que mereciera escribirse

Palabra del Dia

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