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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Aquella mujer tan hermosa, que era la belleza con cara de bondad para Bonis... le pareció de repente una culebra.... La vio mirarle con ojos de acero, con miradas puntiagudas; le vio arrugar las comisuras de la boca de un modo que era símbolo de crueldad infinita; le vio pasar por los labios rojos la punta finísima de una lengua jugosa y muy aguda... y con el presentimiento de una herida envenenada, esperó las palabras pausadas de la mujer que le había hecho feliz hasta la locura.

Unas mostraban finísima grana, otras delicado verde, otras hermoso azul, otras exquisito naranjado, otras subido negro, otras un blanco lijeramente cubierto con variado color; otras ostentaban riquísimos jaspes donde campeaban á un tiempo la belleza y el capricho.

Era un verdadero enjambre espantado, indeciso, de maripositas grises, hechas como de tierra, que desprendían una arena finísima al volar y resplandecían por instantes, a modo de luciérnagas, en el rayo de sol. Muchos de aquellos insectos fueron a posarse sobre los vestidos de Beatriz, adhiriéndose al jubón y a la saya y cubriendo su manto.

En el agua parecen tener alguna consistencia; pero en la mano se reducen a una finísima membrana incolora. Una medusa que pese una arroba en el agua se reduce a unas dos onzas fuera de ese elemento. ¿Y dices, tío, que las hay más grandes aún? preguntó Cornelio. ¡Colosales!

El rio Blanco no atraviesa sinó por sobre aluviones modernos; he hallado sin embargo sobre muchos puntos de las cercanías de Concepcion, y principalmente en los contornos inmediatos á la mision, algunos retazos de terreno pampeano debajo de la arena finísima de recientes aluviones.

Forman telas de mimbre, De finísima, urdimbre, Sobre cálido erial o entre los hielos... Sólidas, al amparo de los cielos, Y a la vista del sol y las estrellas, Bajo el fluído vital de las centellas.

Vamos a ver... ¿por qué no había de ser así? Se habrá convencido de que amar a un marido como el que tiene es contrario a la naturaleza; y su Dios, aquel buen Señor que está acostado en la urna de cristal, con su sábana de holanda finísima, aquel mismo Dios, amigo de Estupiñá, le ha de aconsejar que me quiera. ¡Oh!, , el año que viene vuelvo... en Abril ya estoy andando para acá.

Era menester más dominio sobre la natural condición para vencer en esta lucha que el del esparciata que sin verter una lágrima y sin lanzar un quejido se dejó desgarrar el cuerpo por las uñas de una fiera. Ni enojo, ni envidia, ni celos, ni amor se propuso mostrar el P. Enrique, sino amistad finísima e inalterable como siempre.

El comedor era interior, con tres ventanas al patio, su gran mesa y aparadores de nogal llenos de finísima loza de China, la consabida sillería de cuero claveteado, y en las paredes papel imitando roble, listones claveteados también, y los bodegones al óleo, no malos, con la invariable raja de sandía, el conejo muerto y unas ruedas de merluza que de tan bien pintadas parecía que olían mal.

Vestía una finísima camisa adornada con encajes, según el estilo del país, enaguas de seda de color obscuro; llevaba una pañoleta de seda encarnada sobre el pecho, y se envolvía en un rebozo fino, de seda también, con larguísimos flecos morados. Llevaba, además, pendientes de oro; adornaba su cuello con una sarta de corales y calzaba zapatos de seda muy bonitos.

Palabra del Dia

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