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Actualizado: 9 de junio de 2025
Esas son preocupaciones, de que muchos participan; pero yo veo que todo el mundo vive sano y fuerte en la capital. ¡Sin duda! ¡Si Buenos Aires es una de las ciudades más sanas del mundo!; pero cómo vas a comparar la vida en ella y aquí no más; fíjate... mira qué maravillas de quintas. Sí; muy lindas...
Fué a ver a su novia y habló con ella. Sí la dijo . Ichtaber es buena persona y hombre de fortuna, es verdad, pero como es zapatero y chato y ha andado toda la vida con pieles, huele muy mal. ¡Mentiroso! dijo ella. No, no, fíjate. Ya verás.
Está en la Modelo; tú fíjate bien, Isidro; ¡un hijo mío en la Modelo!... Yo, que soy su padre, podré parecer tosco y pasar por ignorante, pero allí donde he estado nadie ha tenido que decir de mi, y los jefes me citaban como modelo de honradez.
¡Está bueno! ¡Muy bien!... Oyeme, porque tengo el deber de mostrarte el camino. ¿Sabes tú bien lo que haces? ¿Has pensado en lo que puede pasar? ¿Pasar?... ¿qué? Que te cases con esa muchacha. Pero fíjate: ya tienes edad para reflexionar, al menos. ¿Sabes quién es? ¿De dónde viene? ¿Conoces a alguien que sepa qué vida lleva en Montevideo? ¡Papá!
Y el colmo de la felicidad será que mi elección coincida con tu preferencia, porque no adelantaríamos nada, fíjate bien, si no consiguiera yo llevarte a un matrimonio de amor. MÁXIMO. A la vida tranquila, ejemplar, fecunda, de un hogar dichoso... ELECTRA. ¡Ay, qué preciosidad! ¿Pero merezco yo eso? MÁXIMO. Yo creo que sí... Pronto se ha de ver. ELECTRA. ¿Quieres más? MÁXIMO. No, hija: gracias.
Después, volviéndose a un compañero: Fíjate tú, polaco, ¿es que quieres quedarte tieso como ese que tienes al lado? ¡Oh! ¡el cochino! ¡qué feo es! ¡Toma! ahora pone los ojos en blanco. Era uno que expiraba en las últimas convulsiones de la agonía. Durand, ¿vendrás de una vez? gritó de nuevo Zeli ; ven a ver mi pierna, viejo mío.
Y al oír el piano su imaginación retrotrae escenas pasadas que se actualizan en su espíritu y le hacen reconstruir el cuadro que vio la primera vez. ...Así... será, sí, señor... yo... en eso no soy muy baquiano, don Lorenzo; pero ¡mire que me gusta oír el piano! Fíjate, Melchor, cómo perdura en Baldomero una impresión musical, cuando por lo común son fugaces.
Al mundo hay que tratarlo siempre con muchísimo respeto. Yo bien sé que lo mejor es que uno sea un santo; pero como esto es dificilillo, hay que tener formalidad y no dar nunca malos ejemplos. Fíjate bien en esto; la dignidad siempre por delante, compañera». Hablando de esto, se animaba llegando hasta la elocuencia. «Porque mira tú, chulita, no predico yo la hipocresía.
¡Has hecho un párrafo que bien podría figurar en un tratado de psicofísica! le dijo Ricardo. Mejor estaría en el libro de tus memorias, cuando las escribas. ¿Tan cierto estás de mi conversión? Como que estoy viendo a Júpiter; fíjate qué maravilla dijo Melchor, señalando al astro. Realmente exclamó Lorenzo; qué bueno sería tener aquí un telescopio para observarlo y ver sus satélites. ¡Ah!
DON URBANO. Ya: para el envío a Roma. CUESTA. ¿Y Evarista? DON URBANO. Vistiéndose. CUESTA. Ya sé que vais a la inauguración de La Esclavitud, y que lleváis a Electra. DON URBANO. Por cierto que de esta niña no debemos esperar nada bueno. Cada día nos va manifestando nuevas extravagancias, nuevas ligerezas... Que no significan maldad. DON URBANO. Lo son como síntoma, fíjate, como síntoma.
Palabra del Dia
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