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Genoveva nos acompañó a casa del padre Tomás, que, felizmente para nosotras, tiene la indignación menos fácil que la abuela. El cura escuchó con atención las explicaciones de Genoveva, la cual se abstuvo, sin embargo, de hablar de mi deseo de encontrar un alma hermana. Un poco sorprendido al principio, movió largo tiempo la cabeza antes de responder... Era seguro que vacilaba.

A su tiempo publicaremos el estracto de las curiosas piezas relativas á los atentados y ruidoso proceso de Lucero, felizmente terminado con la prision de este malvado y con la declaracion de la católica y general Congregacion que se juntó en Burgos para este objeto, formulada á 9 de julio de 1508.

Tocando tambien con el puente de Rialto, el palacio bellísimo de Manin , último dux, que por su sobra de buena fe y falta de energía fué causa del triunfo de Napoleon. Los estilos de este palacio, los de casi todos los del Gran Canal, son gótico, corintio, árabe y paladio, felizmente combinados, sin mezclarse.

Era un trabajo pesado para hacerlo solo, con mis ropas mojadas adheridas a mi cuerpo, heladas y duras por el frío terrible; pero perseveré sin embargo, decidido, si posible era, a volverla a la vida, y esto lo conseguí felizmente media hora después. Al principio no pudo pronunciar una palabra, y yo no la interrogué.

Calculando, pues, que un pueblo donde no había más que la justicia y él, él había de ser forzosamente el ajusticiado, andaba buscando arbitrios para escaparse del poder de la Junta; la cual así pensaba en soltarle, como quien lo consideraba en aquellos momentos un cacho de la apetecida España, que la Providencia tiene guardada felizmente para más altos fines.

La sorpresa de D.ª Robustiana fué inmensa al verla entrar por casa. ¡Señorita! exclamó con voz angustiada y plegando sus manos. No; no ha muerto respondió gravemente la señora comprendiendo la tácita pregunta que aquella exclamación significaba. Han llegado felizmente á Panticosa y parece que no está peor. No dijo más.

La escapada ha sido casi un milagro, porque el arma era de lo más mortífero que pueda imaginarse; pero, felizmente, llevaba usted puesto un grueso sobretodo, además de otras piezas de ropa pesadas, todas las cuales le chuparon la mayor parte de la sustancia venenosa antes de que pudiese penetrar a la carne.

No pido ni espero gracias, repuso Roger. Ayúdame á levantarme, Gualtero. El río ha sido hoy mi enemigo, continuó Tránter, pero se ha portado como bueno con vos, pues á él le debéis la vida que yo iba á arrancaros.... Eso estaba por ver, repuso Roger. ¡Todo ha concluído! exclamó Germán, y más felizmente de lo que yo creía.

Esta clase de educaciones exquisitas son en París, como en otras partes, el consuelo de muchas viudas cuyos maridos viven, sin embargo. La señorita Juana Berengére de Latour-Mesnil había recibido felizmente de la naturaleza todos los dones que podían favorecer la ambición de una madre.

Al fin, arrojando la montura a un lado del camino, dirigióse el gaucho al árbol que había divisado, y no obstante la debilidad de su tronco, felizmente bastante elevado, pudo trepar a su copa y mantenerse en una continua oscilación, medio oculto entre el ramaje.