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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Era imposible vivir con aquel hombre misántropo y cruel, melancólico y feroz como un fanático musulmán. ¡Cuán contrarias las ideas de uno y otro! ¿Qué podía hacer? ¿Fingir y ser hipócrita? ¿Aparentar un amor á la tiranía que le parecía criminal? "No: eso no puede ser", pensaba Lázaro. Además, en la agitación actual de los partidos, fingir semejantes ideas era peor que profesarlas.
Sin duda él, al entrar, se había de poner alegre viendo las flores. Las flores le gustarían mucho. ¡Qué sorpresa tendría!... Esto pensaba ella. Decididamente era una tonta. El fanático llegó y se acercó á la mesa; pero al poner en ella su sombrero, chocó éste con el vaso, que cayó al suelo, soltando las flores y vertiendo el agua en las mismas piernas del realista.
El fanático realista hubiera visto con terror, pero no con asombro, que el Deseado le mandara colgar de una almena ó le hiciera apoyar la cabeza sobre el tajo feudal para recibir el hachazo del verdugo.
Lázaro se retiró, empujado por ella precipitadamente. Entró corriendo en su cuarto antes que Coletilla llegara, y arrojándose en el lecho, fingió que dormía. El fanático entró poco después y se acostó murmurando. Cuando apagó la luz, Lázaro se incorporó en su lecho con mucha cautela, y asomándose por una ventana que daba al corredor, miró hacia afuera.
No exclamó Lázaro deteniéndole: yo quiero que usted me aconseje y me guíe.... Yo ... aunque tengo bastante fuerza de convicciones.... ¿Fuerza de convicciones? dijo el fanático, deteniéndose y mirando á su sobrino con desprecio. Sí contestó éste, y no puedo perderlas, no quiero perderlas. Bien: sigue por ese camino. Lejos de mí no esperes otra cosa que deshonra, obscuridad.
Uno de los dramas más notables de Lope es también El niño inocente de la Guardia, que, á la verdad, se distingue por el odio fanático á otras creencias religiosas, que respira cada verso, produciendo una impresión penosa, y no satisfaciéndonos en su conjunto dramático, pero lleno, por otra parte, de bellezas poéticas de primer orden y de rasgos del más brillante entusiasmo, que derraman en toda la obra seducción maravillosa.
Os basta el amor estéril que profesáis a Dios; preferís el egoísmo de la beatitud a la abnegación del cariño; una hora de meditación os parece cosa más santa que un día de trabajo, y el llanto que arranca un sacudimiento histérico os es más grato que las lágrimas vertidas consolando el dolor ajeno. Eres más impío de lo que imaginé. Y tú más fanático de lo que yo pensaba.
¡Se acuerdan ustedes de la Pallavicini! ¡Qué voz de arcángel! decía Foja, socarrón, escéptico en todo, pero creyente fanático en la música de los cuartetos de ópera de lance. ¡Oh, como el barítono Battistini, yo no he oído nada! respondía el escribano, que estimaba la voz de barítono, por lo varonil, más que la del tenor y la del bajo. Pues más varonil es la del bajo decía Foja.
De cuantas crueldades y tiranías y de cuantas muestras de grosero, torcido y falso celo religioso hizo y dió entonces un partido fanático por el afán de extinguir en España la civilización moderna y de retroceder á una edad de ignorancia y barbarie, que jamás existió y fué completamente soñada, más culpa que dicho partido fanático y servil tuvieron la Santa Alianza, los franceses que ejecutaron sus órdenes y casi toda Europa, abrumando con su peso al pueblo español y desatando las manos de Fernando VII para que, en premio de haber peleado por su trono, cargase á este pueblo de cadenas.
El fanático volvió pronto de su estupor, y después, dando poca importancia á aquel asunto, se dirigió á su sobrino y dijo: Vamos, Lázaro: esta noche se reúnen tus amigos en la Fontana. Hay gran sesión: no faltes. Yo no me opongo á que cada cual manifieste sus opiniones; tú tienes las tuyas: yo las respeto. Sé que tienes talento y quiero que te conozcan. Ve á la Fontana, ve esta noche.
Palabra del Dia
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