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Actualizado: 29 de junio de 2025


Faltábale todavía el sello, y púsoselo Currita sonriendo socarronamente, y cuidando de colocar con la cabeza para abajo el busto del rey don Amadeo. Afianzólo luego con dos o tres puñaditas de su cerrada mano, que parecía complacerse en aplastar al pobre monarca, principio y fin de la dinastía saboyana.

Bien lo echó de ver enseguida y rehuyó enamorarse de los que, por pasatiempo o galantería, la festejaban. No era tipo acabado de belleza; faltábale gallardía en la figura, amplitud de formas, color en las mejillas.

Su Dulcinea era la patria; sus encantadores los enemigos políticos del periódico. Faltábale á su carácter la esencia romancesca que había en el de Quijano el Bueno: de otro modo, le hubiera costado muy poco hacer de su peludo cuartago un Rocinante, y, olvidado de su pleito, salir en busca de aventuras hasta romperse el alma con los verdugos de la perseguida patria.

Recta había sido la intención, y amargo el fruto. ¡Sangre del corazón daría él por ver a Nucha en un convento! ¿Qué arbitrio adoptar ya? Julián presentía los inmensos inconvenientes de su intervención directa. Seguro de la teoría, firme en el terreno del derecho, capaz de resistir pasivamente hasta morir, faltábale la vigorosa palanca de los actos humanos, la iniciativa.

Sus obras, por lo demás, son superiores en su mayoría, en cuanto á su estructura interna y á su lima, á las escritas por su contemporáneo; pero para rivalizar dignamente con los maestros de la época anterior, faltábale inspiración inagotable y penetración para descubrir los afectos del alma y trazar los caracteres, única fuente de perfección del arte; podía apropiarse casi todas las ventajas externas de las poesías de Calderón, pero no las que constituyen su fondo más íntimo y su mérito peculiar intrínseco.

Por fortuna, su madre pasaba aquel día en el campo, amábala, aunque había sufrido mucho por ella; y considerose feliz en que la casualidad le evitase la contrariedad de su presencia. Pero faltábale pasar aquella misma noche por otra prueba tan dolorosa, o tal vez mayor que aquélla. La señora de Hermany daba un gran baile, y hacía mucho que habían convenido entre él y Juana encontrarse en él.

Ni Fortunata lo entendía tampoco, por lo cual estaba verdaderamente anonadada. Faltábale poco para echarse a llorar. «Vamos, vamos dijo el coronel sacudiendo toda aquella argumentación capciosa, como se sacuden las moscas ; hablemos claro y seamos prácticos sin miedo a la situación verdadera.

Tenía el rostro lleno de cicatrices, señal indeleble, algunas de tremendas heridas, que lo desfiguraban por completo; faltábale además un ojo, y con tantas averías hubiera sido imposible reconocer en él al bizarro doncel que cuarenta años antes había sido el encanto de la corte inglesa por su valor, su fama y su presencia y el caballero predilecto de las damas.

Iba siempre acompañado de Nicolás, y como además no se apartaban de la recogida las dos monjas, no había medio de expresarse con confianza. El primer jueves encontró a Fortunata muy contenta; el segundo, estaba pálida y algo triste. Como apenas se sonreía, faltábale aquel rasgo hechicero de la contracción de los labios, que enloquecía a su amante.

Con todo esto, veíase que algo degeneraba en él la raza: amigo de goces, de ostentación y vanidades, faltabale a Aurelio el tino exquisito de no salir de mediano por ningún respecto, y carecía de la formalidad exterior, del compasado porte que a los Mirandas pasados acreditaba de hombres de seso y experiencia y madurez política.

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