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Actualizado: 9 de julio de 2025


Fadrique sonrió y dijo: Ahora bien, los hombres de aquellos tiempos andaban más listos y agudos en el camino de la virtud, y así el tiempo que entonces bastó, agora no basta: bien me parece lo que algunos han escrito, que la tragedia tenga cinco días de término y la comedia tres, confesando que cuanto menos el plazo fuere, terná más de perfección, como no contravenga á la verosimilitud: lo cual es el todo de la poética imitación, y más de la cómica que de otra alguna

Don Juan Fresco me contó entonces lo que sabía acerca del Comendador Mendoza. Yo no hago más que ponerlo ahora por escrito. Don Fadrique López de Mendoza, llamado comunmente el Comendador, fué hermano de don José, el mayorazgo, abuelo de nuestro D. Faustino, á quien supongo que conocen mis lectores. Nació D. Fadrique en 1744.

Ningún deseo sentía D. Fadrique de ir á otro pueblo, abandonando á Villabermeja; pero D. José tenía cuarto preparado para recibirle en su casa de la ciudad, y sus instancias fueron tales, que no hubo más que ceder á ellas. El Comendador fué á la ciudad á pasar todo el mes de Mayo.

Uno de estos tres extremos era inevitable, á no causar un escándalo espantoso ó á no realizar un difícil rescate. Doña Blanca tenía razón, salvo que para tenerla no era menester mostrarse tan hosca y tan poco amena con todo el género humano, empezando por su infeliz marido. Para D. Fadrique había un ideal económico más fundamental que el político.

Esto pareció á los inteligentes que encerraba en algun gran secreto, más de lo que exteriormente parecia; otros lo tomaron bien, diciendo que como fué fiel á Fadrique, así lo sería al Emperador, con que ganó opinion y gloria, siguiendo la sentencia de Platon, de cuanta importancia sea el parecer bueno y justo para ganar opinion, y poder engañar.

D. Fadrique no vió el objeto del amor insaciable del alma, y el fin digno de su última aspiración, en los poderes sobrenaturales. D. Fadrique no vió en ellos sino tiranos, verdugos ó espantajos sin consistencia.

D. Fadrique volvió al lugar de allí adelante, pero siempre por brevísimo tiempo: una vez cuando salió del Colegio para ir á navegar; otra vez siendo ya alférez de navío. Luego pasaron años y años sin que viese á D. Fadrique ningún bermejino. Se sabía que estaba, ya en el Perú, ya en el Asia, en el extremo Oriente.

Y aunque no se podia esperar de la grandeza de Don Fadrique hecho tan feo, pero como los Reyes alguna veces no miden sus intereses con lo que deben á su estimacion y fama, olvidan con facilidad los servicios por otras mayores conveniencias.

La sencillez y la modestia de este santo varón no habían dejado ver á D. Fadrique la inmensa importancia que durante su larga ausencia había adquirido. Como predicador, gozaba el padre de extraordinaria nombradía por toda aquella comarca. Era igualmente celebrado por los tres estilos que tenía de predicar.

Don Fadrique no iba allí, sin embargo, con el intento de acercarse á Doña Blanca otra vez y de sufrir nueva repulsa, sino á fin de hallar á D. Carlos, quien, á su parecer, no podía menos de estar en la iglesia, ya que no había otro medio de ver á Clara.

Palabra del Dia

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