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Actualizado: 9 de noviembre de 2025
Fernando huye de la justicia, que le persigue, y pide auxilio al primer caballero que encuentra, el cual no es otro que su rival el marqués Don Fadrique, que le promete ampararlo, como era de esperar de su hidalguía, y le presta su capa para que se disfrace y no lo conozcan.
Lucía permaneció al lado de Clara hasta más tarde. También se quedó con ella el Comendador. Juntos y solos volvieron ambos á la casa. La noche estaba hermosísima, la calle silenciosa y solitaria, el ambiente tibio y perfumado, el, cielo lleno de estrellas y sin luna. Lucía iba callada, contenta, pensado en la ventura de su amiga. No estaba D. Fadrique menos soñador é imaginativo.
¡Hipocresía! ¡Refinamiento de maldad! interrumpió D. Fadrique. ¿Y V. no la ha amenazado con mi venganza? ¿No le ha dicho V. que estoy determinado á todo; que le arrancaré la máscara; que se acordará de mí; que la burla que de mí hace no quedará sin afrentoso castigo?
Don Diego andaba siempre en el campo, de caza ó atendiendo á las labores. Sus dos hijos, D. José y D. Fadrique, quedaban al cuidado de la chacha Victoria y del P. Jacinto, fraile dominico, que pasaba por muy docto en el lugar, y que les sirvió de ayo, enseñándoles las primeras letras y el latín.
Baste, pues, decir, en elogio de D. Fadrique, que el refrán no rezó con él nunca, porque era la veracidad en persona. Lo que no aseguraremos es que fuese siempre creído en cuanto refirió.
D. Fadrique tuvo el disgusto de asistir á la capitulación de aquella plaza importante, y, contado en el número de los que la guarnecían, fué conducido á España en cumplimiento de lo capitulado. Entonces, ya de alférez de navío, vino á Villabermeja, y vió á su padre la última vez.
Está como Dios le ha hecho. Bebe y confórtate con él, y cuéntame luego lo que tengas que contar. Bebo al buen éxito de mis planes, contestó el Comendador, apurando el vino de su caña. Así sea, si Dios lo quiere, replicó el fraile, bebiendo también, y se dispuso á atender á don Fadrique con sus cinco sentidos. La celda no tenía mucho que llamase la atención.
Don Carlos salió á caballo con un su criado; y D. Fadrique, á caballo también, se unió con él en el ejido, y le acompañó más de una legua, dándole esperanzas y hablándole de sus amores. Al llegar á una encrucijada, D. Fadrique se despidió cariñosamente del joven, y tomó el camino de Villabermeja con el intento de conferenciar con el padre Jacinto.
Ahora quiere, a ejemplo de lord Elguin y del barón Taylor, comprar el Alcázar y llevárselo a su hacienda señorial, piedra por piedra, sin omitir las que, según dicen, están manchadas para siempre con la sangre de don Fadrique, a quien mandó dar muerte su hermano el rey don Pedro, hace quinientos años.
Opusose luego á Cárlos su mayor y mas vecino enemigo, al Papa que amparaba y defendia su causa, y al Rey Don Jaime, que de hermano se le declaró enemigo, cuyas fuerzas juntas le acometieron y vencieron en batalla naval, con que la guerra se tuvo por acabada, y Don Fadrique por perdido.
Palabra del Dia
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