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Actualizado: 28 de mayo de 2025
¡Ah, señor mío! -dijo a esta sazón la sobrina-; advierta vuestra merced que todo eso que dice de los caballeros andantes es fábula y mentira, y sus historias, ya que no las quemasen, merecían que a cada una se le echase un sambenito, o alguna señal en que fuese conocida por infame y por gastadora de las buenas costumbres.
¡Toma un cuello, chicooó! díjole el vecino presentándole un cuello de gallina. «Hay un plato, señores, tesoro de un pueblo que es hoy fábula y ludibrio de la tierra, en donde han ido á meter su hambrienta cucharada los más grandes tragones de las regiones occidentales del globo...» señalando con sus palitos á Sandoval en lucha con una recalcitrante ala de gallina.
Feliz de verla restablecida, feliz de ser necesario, feliz de encontrarla tan bella. Verdad es que el sol ha tostado su cutis, pero ¡qué joven está! ¡Qué vida respira su mirada encantadora! ¡Qué dulce reflejo de salud en sus sedosos y magníficos cabellos que ondulan al viento! ¿Es fábula lo que se acaba de leer?
Dígase á Mendoza que ningún inteligente calificará las suyas de pesadas, si desenvuelve algo más la fábula, porque su estilo, sin ser, á la verdad, el de la comedia antigua, es un estilo verdaderamente cortesano, y sería de deplorar que lo alterase, puesto que hoy en España no hay ya populacho.
Por dentro será fruslería, el interior estará vacío, el precioso busto no tendrá seso, como dice la fábula, pero lo de fuera será un encanto. ¡Qué hechizo tan particular, qué inspiracion tan asombrosa, qué talento tan admirable hay aquí, para hacer ver que es algo lo que no es nada!
Plantea, pues, lo que llaman ahora conflicto o problema religioso, y le plantea por medio de una fábula, que no deja de guardar cierta analogía lejana con la de Sibila, de Octavio Feuillet, y la de Gloria, de Galdós. Es un libro sin unción y sin nervio.
Y este es el momento de advertir a usted que bien habría podido ser un poco más hábil. ¿Cómo ha podido usted esperar nunca que yo creyera en esa fábula de la última explicación entre los tres? ¿Y era tampoco creíble que el Príncipe, que había vuelto al lado de la Condesa, según usted quería darme a entender, para separarse de ella definitivamente, tardara tanto en hacerle esa declaración?
Al pasar junto a Rafael, este le dijo al oído, aplicando las palabras de la fábula del cuervo de De la Fontaine: Si el gorjeo es como la pluma, es el fénix de estas selvas. ¡Cuánto tenemos que agradeceros dijo la condesa a María vuestra bondad en venir a satisfacer el deseo que teníamos de oíros! ¡El duque os ha celebrado tanto!
La fábula es magnífica, porque es brillante. Nuestro Dios es magnífico, porque es sombrío; es brillante, porque tiene alrededor de su trono la majestad de las tinieblas. No brilla para nuestros ojos, sino para otros ojos que hay más adentro, mucho más adentro; unos ojos que ven más allá, y que siempre ven, porque cuando no ven una luz, ven una sombra: cuando no ven, adivinan, creen y esperan.
La fábula es, por consiguiente, pobre; las ingeniosas observaciones del autor, y los picantes y graciosos rasgos, que hormiguean en toda ella, compensan en cierto modo su falta de interés dramático.
Palabra del Dia
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