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Actualizado: 8 de junio de 2025
Evitaba presentarse en la plaza Nueva, donde se reunían en grupos los huelguistas de la ciudad, inmóviles, silenciosos, siguiendo con miradas de odio a los señores que intencionadamente pasaban por allí con la cabeza alta y una expresión de reto en los ojos. Montenegro dejó de pensar en la huelga, atraído por otros asuntos de mayor interés.
En Auckland tampoco le salió al encuentro ningún cablegrama. Varias familias de Nueva Zelandia tomaron pasaje para ir á Sidney ó á Melbourne. El joven americano evitaba toda amistad con los compañeros de viaje. Prefería la melancolía de sus recuerdos, entregándose á ellos ya que no le era posible el placer de la lectura.
En vez de proferir palabras, miraba a su amigo de vez en cuando con ternura y admiración. Andrés, que sentía sobre sí estas miradas, las evitaba. Llegaron al pueblo, y en vez de cruzar por él, lo rodearon; no fuese que algún vecino anduviera todavía por la calle. Subieron después el camino de la rectoral.
Escuchadme bien... Apenas se atrevía a mirarme. Me evitaba, me huía... Me tenía miedo. Evidentemente me tenía miedo. ¡Pues bien! ¿decidme, con franqueza, si soy como para inspirar miedo? No, ¿no es verdad? Seguramente, no. ¡Ah! pero no me tenía miedo a mí, sino a mi dinero ¡a mi horrible dinero!
La respuesta que me dio fue: Nunca le abandonaré porque soy su esposa; pero acuérdese usted de que nuestro amor ha muerto. Su acento era frío, su mirada evitaba encontrarse con la mía. Cuando comprendí que también usted había hablado, se me ocurrió que no era sincera, pensé que me ocultaba algo.
Después de tales encuentros, evitaba Isidro el tránsito por los corredores a esta hora matinal, temiendo el enojo de las señoras. Al verle luego en el paseo rehuían su saludo o lo contestaban con sequedad, como si le hiciesen responsable de una falta de consideración... Pero el recuerdo de estas sorpresas le hacía sonreír con cierto orgullo.
A pesar de todo evitaba cuanto llevaba el sello de la ostentación mundana, distribuyendo las ocupaciones de su existencia entre el cumplimiento de sus deberes de eclesiástico y sus composiciones poéticas.
Entraba en el Café Inglés, donde se reunen los partidarios de los toreros andaluces, y con su presencia evitaba que el implacable comentario siguiera cebándose en su nombre. El mismo, sonriente y modesto, iniciaba la conversación, con una humildad que desarmaba a los más intransigentes.
Desde por la mañana conocía Pepe cuándo tenía intención de salir, viéndola dar cien vueltas a los pocos trapos que tenía y peinarse como dama que va de baile: algunos días lo evitaba, otros transigía, recelando que una disputa lo empeorase todo.
Transcurrieron varios meses. Rosalindo trabajaba todos los días como un obrero de buenas costumbres. A pesar de que había sido hombre de pelea, evitaba las cuestiones en este mundo compuesto de gentes bravas y de todas procedencias, que para ir á ganarse el jornal llevaban siempre el cuchillo y el revólver.
Palabra del Dia
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