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Actualizado: 6 de junio de 2025
Pero con esta estratagema, en vez de avanzar retroceden y acaban por desaparecer de escena. Las mujeres sueltan la carcajada. Creo, Escipión, que hay un defecto en tu plan. Queriendo avanzar, hemos retrocedido, que diría Sócrates. EL GRUESO ROMANO. ¡Yo no comprendo! PABLO EMILIO. Señores romanos, ¡seamos valerosos! ¿A qué nos exponemos? ¿A uno o dos arañazos?
¡Bonito se puso Butrón! A las primeras palabras de la marquesa, respiró con fuerza, murmurando: «No está mal el remedio». Mas cuando vio, por el giro que daba la dama a su respuesta y por el plan que exponía, que no era una estratagema la que usaba, sino un verdadero proyecto que podían imitar otras muchas, saltó fuera de sí muy incomodado, gruñendo entre sus bigotes puestos en punta: ¡Demonio..., demonio..., demonio!... Si el remedio es peor que la enfermedad, si lo echa todo a rodar con eso... Se lleva la mitad, nos lo quita, nos lo roba...
Elena se alejaba ofendida, dándose cuenta de su estratagema y de sus gestos hostiles. Poco antes de la puesta del sol llegaron los tres jinetes á la calle central del pueblo. Frente á la casa de Pirovani, considerada ya por la marquesa como suya, bajó ésta del caballo, apoyándose en Moreno, que se había anticipado al otro para gozar de agradables contactos.
Se mantienen á distancia, dijo, porque nuestros veinte arqueros les han causado grandes pérdidas. Pero nos van á matar mucha gente con sus pedreros. Pues una estratagema para que se acerquen, y el barón dió brevemente sus órdenes. Trasmitidas que fueron éstas, los arqueros empezaron á caer como si la artillería y las flechas de los piratas causasen en ellos grandes estragos.
Y entonces, más listos y expeditos aún, dieron muerte a los cómitres, quitaron grillos y cadenas y pusieron en libertad a los galeotes, que eran más de sesenta cristianos cautivos. Estos hallaron sin dificultad armas de que apoderarse. Tarde semi-comprendió el capitán corsario la estratagema que le habían urdido, mas no desmayó por eso.
Morsamor y Tiburcio se apresuraron luego a llegar donde combatían la galera de don Jorge y el grueso de la flota portuguesa contra las fustas de Aga Mahamud, en las cuales hizo Morsamor tremendo estrago con la artillería y arcabucería de su nave, cooperando eficazmente a la victoria una audaz estratagema de Tiburcio, porque desordenó las fustas de Aga Mahamud penetrando en sus filas como si su fusta fuese aún una de ellas y no hubiese pasado a poder del enemigo.
Palabra del Dia
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