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Actualizado: 11 de julio de 2025
Su situación material me era desconocida. La suponía difícil; pero era ése un asunto acerca del cual me parecía imprudente hablarle. Tan sólo algunas veces el continente de aquel incansable luchador delataba a su pesar, no vacilaciones, pero sí sufrimiento. El estoico Agustín no decía palabra.
¿Debo hacer esto? ¿Le gustará tal cosa a Raúl? ¿Cree usted que me encontrará bonita así? Y con estoico heroísmo, Liette encontraba un áspero goce en adornar a su inocente y amada rival con las flores de su triste experiencia, y tan bien dominaba su cara, que ni un desfallecimiento había revelado la secreta angustia de su alma.
Artegui, en tanto, mudo y sereno, permanecía enhiesto en su butaca, orgulloso como el estoico antiguo: acre placer le penetraba todo, el goce de sentirse bien muerto, y cerciorarse de que en vano la traidora Naturaleza había intentado resucitarle.
Habíale bebido tanto el espíritu de soberbia, que casi le tenía doblado y siendo aún más ignorante, nada le cedía en pertinacia, solo no le sabía imitar en lo Estóico, manifestando en todo el camino del brasero en lo de fuera la rabia y el despecho en que le ardía el corazón: siendo un mismo principio interior causa en el discípulo de un exterior despechado y furioso y en el maestro de una profundísima melancolía, aunque afectada en sosiego; pero cada uno a su modo representaba al vivo un condenado.
Un día, la superiora del convento le comunicó que Ventura se había huído de aquel asilo, en compañía, según todos los informes, del duque de Tornos. «El gran humanitario», como le llamó el Faro en cierta ocasión, recibió la nueva con valor estoico.
La virilidad pareció resumirse entonces en la propia sangre atosigando las vísceras, y el antiguo valor tomó la forma del estoico desdén de todos los males. Era el encantamiento inexplicable de las tiranías. Más de uno repugnado de su propio servilismo, a una simple señal del Monarca, se hubiera abierto impasiblemente las venas, como Séneca o Petronio.
Primitivo, desmintiendo su acostumbrada impasibilidad, dio rienda a una cólera furiosa, desatándose en amenazas absurdas contra los tránsfugas. Quien se mostró estoico fue Barbacana. La tarde que se supo la pérdida definitiva de la elección, el abogado estaba en su despacho, rodeado de tres o cuatro personas.
Y, sin embargo, si se toma como por sistema el que muchachas criadas en el arroyo y parroquianos de las más infectas tabernas de los barrios peores, resulten dechados de honestidad, de pundonor, de valentía heroica, de sufrimiento estoico y de cuantas son o pueden ser las excelencias morales que hermosean el alma humana, bien podemos llegar al extremo de imaginar que la superior cultura, el bienestar, el aseo, la elegancia y la riqueza, debilitan el vigor y la bondad de los corazones, y que para ser moralmente bien estimados es menester bajar al nivel más próximo al estado salvaje desde nuestra refinada civilización del día.
Cuando un grito de angustia ha ascendido del fondo de vuestro corazón, no lo habéis sofocado antes de pasar por vuestros labios, con la austera y muda altivez del estoico en el suplicio, pero lo habéis terminado con una invocación al ideal que vendrá, con una nota de esperanza mesiánica.
Esperábannos ya alrededor de la mesa mi tía, mis dos primitas, que, en el vigor de la robustez y de la juventud, hubieran podido marear á un estoico con algo menos de rubor y con un poco más de coquetería, y el predicador que debía hacer el panegírico del santo aquel día. Era un franciscano exclaustrado, párroco de uno de los pueblos inmediatos, y orador de tanta fama en la comarca como pulmones.
Palabra del Dia
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