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Actualizado: 1 de junio de 2025
La única persona ¡ay! que podía admirar los inventos y los matices de su buen gusto era su marido; y un marido es un ser respetable que merece cierta atención, sobre todo cuando mantiene la casa, pero resulta ridículo que las mujeres se vistan para no ser admiradas mas que por sus esposos. Es como si un poeta hiciese sus versos únicamente para leerlos á los individuos de su familia.
Los dos esposos, instalados en su lindo palacio de la calle de los Maturinos, no observaban en medio de su arrulladora conversación de recién casados, que el día avanzaba a pasos agigantados. Oye, Amaury dijo de pronto Antoñita. Tenemos que marcharnos; ya son cerca de las doce y mi tío nos aguarda. Ya no les aguarda, señorita dijo a su espalda la voz de José.
Háblase aquí del casamiento del primogénito del duque de Medinaceli con la hija del duque de Osuna; después dice: «El dia siguiente se represento la Comedia de Alfeo y Aretusa, el sábado la del Jardín de Falerina. El domingo 6 los referidos Señores Esposos y Parientes fueron conbidados por el Señor Duque de Medina Celi en su quarto de Palacio.
El Creador saludó á Adán con una sonrisa de lástima prosiguió el viejo . «¿Cómo estás, infeliz?», le preguntó. «¿Tu mujer no te ha metido en nuevos líos?...» Después acarició á Eva, tomándole la barbilla. «¡Hola, buena pieza! ¿Aún continúas haciendo locuras?» Conmovidos por tanta simplicidad, los esposos ofrecieron al Señor el único mueble que poseían, semejante á un trono.
Yo estoy soñando con que Periquito hable y diga gracias. Para que todo les salga bien a estos enamorados esposos, resulta ahora, según cartas de la Habana, que el hermano de Pepita, cuyas tunanterías recelábamos que afrentasen a la familia, casi o sin casi va a honrarla y a encumbrarla haciéndose personaje.
Los esposos Sánchez no mantenían amistad muy íntima con esta familia; pero comprendiendo todo el lustre que sobre la fiesta recaería si lograban que asistiese a ella, les escribieron una rendida carta.
La brisa del mar le refrescó un poco. Se sintió, no obstante, tan agitada que no quiso volver a casa: necesitaba charlar, distraerse. Iría a casa de D.ª Eloisa y cenaría allí como otras veces. Justamente iban a ponerse a la mesa los esposos cuando llegó ella. Les acompañaba el P. Norberto, lo cual significaba que había callos. ¡Qué sofocada vienes, hija! exclamó doña Eloisa.
Con la misma facilidad llevan á efecto los enlaces que la separación de los esposos, que tiene lugar por la sola voluntad del varón, perdiendo la repudiada todo derecho al que fué su señor, el que la devuelve á su familia ó la deja en la calle abandonada á sus propios recursos.
El sol se había puesto dos horas antes y la noche era calurosa como un día de verano. Los dos esposos se sentaron juntos en un banco rústico a orillas del mar. La luna no había aparecido aún en el horizonte, pero las estrellas fugaces cruzaban el cielo en todas direcciones, y las olas iluminaban la playa con sus fosforescencias. Don Diego aun estaba aturdido por la noticia que acababa de oír.
Era viuda, casada y soltera. Expliquémonos. Siempre se la oyó decir que era viuda; todos la tenían por casada, y era en realidad soltera. En una ocasión vivió en cierto lugar con un periodista provinciano, y allí pasaban por esposos. El infeliz consorte fué un mártir.
Palabra del Dia
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