Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de mayo de 2025
El ser viviente, se extiende en algun modo al tiempo en que habrá cesado de existir, encerrando en sí mismo los gérmenes reproductivos; no solo es para sí propio, sino tambien para los otros; en su pequeñez, no es mas que un imperceptible eslabon de la inmensa cadena de la naturaleza; pero este eslabon vibra, por decirlo así; y sus vibraciones se propagan hasta los confines mas remotos.
Yo bien sabía que quien lo tiene es quien ha de darlo, ¡caray! y no otro alguno, sí, señor... Tú te empeñabas en que no había nada dentro de ti; yo en que sí lo había... como está la chispa en la piedra... justamente, eso es, como la chispa en la piedra: lo que faltaba era el eslabón de acero, el eslabón, ¡caray! que diera el golpe... Pues ya pareció el eslabón... se dio el golpe... sí, señor, sobre la piedra... eso es... y saltó la chispa... Porque la había, ¡caray! porque la piedra era de darlas... y yo me salí con mi empeño... La vida que aquí traías, no era mala verdaderamente, porque tú eres bueno por naturaleza; pero tampoco era envidiable, eso es, ni la más al caso para que un mozo de tus prendas las hiciera fructificar en lo que valen... Vinieron esos señores... nos honraron con su trato... eran, por suerte, el eslabón... la piedra chocó con él... y saltó la chispa, Leto... la que tú tenías allá... eso es.
Los negritos que ocupan las montañas de Ilocos más bien se extienden hacia la parte de Ilocos Norte que hacia el Sur; se diferencian poco de los demás negros de los otros montes de las islas; su escaso vestido suele ser de cáscara ó corteza de árboles ó alguna manta tosca; pagan reconocimiento cuando se les puede hallar, reconocen por reyezuelo al más viejo entre ellos, y entierran sus difuntos en el monte, poniendo junto al cadáver eslabón, piedra, yesca, un arma y un pedazo de carne de venado, y todo el que de ellos pasa próximo, ha de dejar algo de lo que cogió en la caza ó le dieron los cristianos.»
Esta curiosidad me quema la sangre... Flojilla diferencia va de una cosa a otra... Si pecó, todo varía en mí, y no me rebajo yo a pedirle perdón; pero si no faltó... ¡ay!, la dichosa mona me tiene debajo de su pie como tiene San Miguel al diablo». De aquí pasaba a otro eslabón de ideas: «Y ahora estamos las dos de un color. A ninguna de las dos nos quiere.
El peatón postal, único eslabón que los unía con el mundo circunvecino, contaba algunas veces maravillosas historias de Campo Rodrigo, diciendo a menudo: Allí arriba tienen una calle que deja muy atrás a cualquier calle de Red-Dog; tienen alrededor de sus casas emparrados y flores, y se lavan dos veces al día; pero son muy duros para con los extranjeros e idolatran a una criatura india.
»También alabó este segundo soneto Anselmo, como había hecho el primero, y desta manera iba añadiendo eslabón a eslabón a la cadena con que se enlazaba y trababa su deshonra, pues cuando más Lotario le deshonraba, entonces le decía que estaba más honrado; y, con esto, todos los escalones que Camila bajaba hacia el centro de su menosprecio, los subía, en la opinión de su marido, hacia la cumbre de la virtud y de su buena fama. »Sucedió en esto que, hallándose una vez, entre otras, sola Camila con su doncella, le dijo: »-Corrida estoy, amiga Leonela, de ver en cuán poco he sabido estimarme, pues siquiera no hice que con el tiempo comprara Lotario la entera posesión que le di tan presto de mi voluntad.
Luis Marliani, Obispo de Tuy y médico y matemático insigne, inventó empresa todavía mejor, para el César Carlos V, reemplazando el eslabón de Carlos el Atrevido, Duque de Borgoña.
Como esto fue lo primero que me impresionó al llegar a Tablanca, lo primero sale a relucir en esta cadena de recuerdos de aquellos días y sucesos; pues al dar la preferencia a la memoria de los más gratos, por otro eslabón bien diferente hubiera comenzado.
Los mosqueteros encendieron las mechas valiéndose del eslabón y el pedernal que en los esqueros llevaban. Abdul ben Hixen se alzó con sobresalto de su lecho, se vistió, se armó y se dispuso al combate.
Pero entre Dios y el hombre, como eslabón que une el bien al mal teniéndolos distantes, la religión, manto de la deidad suprema en cuyos pliegues se cobija la humanidad, al modo que entre las anchas ramas de la encina se guarecen los gusanillos de la selva.
Palabra del Dia
Otros Mirando