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Actualizado: 16 de octubre de 2025
Al cabo de algún tiempo supimos por fin que el nuevo gobierno había reconocido a D. León el grado de alférez y que pasaba a servir al cuerpo de Carabineros. Crean ustedes que padecí un terrible desengaño, y hasta escribí a mi profesor suplicándole que no aceptase; pero mis ruegos fueron desoídos. D. León ganaba once duros más al mes... y tenía cinco hijos. EL SUE
Viendo, pues, que yo no podía igualarle en el acierto, quise intentarlo con la diligencia, y para conseguirlo, me levanté á las dos de la mañana y á las once acabé mi parte; salí á buscarle, y halléle en el jardín muy divertido con su naranjo que se helaba; y, preguntando cómo le había ido de versos, me respondió: A las cinco empecé á escribir; pero ya habrá una hora que acabé la jornada, almorcé un torrezno, escribí una carta de cincuenta tercetos y regué todo este jardín, que no me ha cansado poco.
Entonces, pensando en mi hija, quise enterarme de lo que pasaba en Lúzaro, y escribí a mi madre, y ella me comunicó cómo se me había creído muerto y se habían celebrado mis funerales. Mi vida con Ana hubiera sido feliz; pero mi mujer tenía poca salud. Aquella delicada criatura, tan sencilla, tan ingenua, murió en mis brazos después de lenta agonía.
Pero ¿qué puedo hacer, si tengo escritas, Con una que he acabado esta semana, Cuatrocientas y ochenta y tres comedias? Porque fuera de seis, las demás todas Pecaron contra el arte gravemente; Sustento, en fin, lo que escribí, y conozco Que aunque fuera mejor de otra manera, No tuvieran el gusto que han tenido, Porque á veces lo que es contra lo justo Por la misma razón deleita el gusto.
Que en aquel fuerte daria las que necesitase, pues estaba pronto al socorro, como obra de servicio del Rey su Señor; pues conducirlas donde ordenaba no era posible. Esta carta, con otra que yo escribí, remití á mi Capitan comandante, en la que le decia, que distaba su casa 50 leguas de este fuerte, que suspendiese el viage y se proveyese de manutenciones, que en doce dias le era fácil proveerse.
Entonces tomé todos los años la costumbre, el día 8 de Diciembre, de corregir o adicionar la dicha oda a la Inmaculada, y en tal estado la dejé, que más que oda es un canto épico. »También escribí en Alicante, con motivo de la restauración de la iglesia de San Roque, mi poesía La erección de un templo.
Sonrióme la amada, la esquiva, la imposesa, la que vió nuestro idilio bajo el frescor amable de un emparrado lírico; la que encantó mi celda cuando escribí el elogio de tus labios divinos en unos versos tristes que sabían a lágrimas; la que besó tu frente en el blanco camino de la silente aldea, cuando ibas a jurarme la eternidad sublime de tu santo cariño.
8 Por lo cual os ruego que confirméis la caridad para con él. 9 Porque también para este fin os escribí, para tener experiencia de vosotros si sois obedientes en todo. 11 para que no seamos engañados de Satanás, pues no ignoramos sus maquinaciones. 12 Cuando vine a Troas por el Evangelio del Cristo, aunque me fue abierta puerta en el Señor,
A todo esto, yo no sabía cómo se llamaba, y a fin de averiguarlo escribí la pregunta en otra hoja de la cartera: ¿Cómo se llama V.? La chica contestó en la misma letra inglesa y crecida, con el papel rayado: Me llamo Teresa no crea ustez por Dios que juego con muñecas. Diez o doce días se transcurrieron de esta suerte.
Acoja V. con benignidad estas obrillas ligeras, sobre las cuales nada más se me ocurre que decir, pues las escribí sin intención de enseñar y sólo con el fin de pasar el tiempo y de ver si lograba divertirme yo y divertir también a quien me leyese. Lo primero lo he conseguido. ¿Por qué no confesarlo? Como me quiero bien, me río a mí mismo las gracias.
Palabra del Dia
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