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Actualizado: 8 de junio de 2025
Después, en aquel mismo lugar, formando un cerco con cojines y almohadones de seda, y alfombrado el suelo con alcatifas de Persia, y de manera que las pueda oír la lindísima Híala, contarán sendas historias por el estilo que mejor puedan o sepan los esclavos, esclavas o personas que sobresalgan en tan peregrino como envidiable talento.
Eran cristianas rescatadas al musulmán, que no tenía gran prisa en devolver a sus hogares, o infieles hechas esclavas en sus audaces desembarcos.
Al cabo, las monedas que se fabrican en aquel gran edificio de ladrillos irán como esclavas sumisas a procurar deleites a los poderosos, a halagar sus torpes pasiones y sus vicios, mientras las novelas que se escriben en aquel alto y silencioso despacho, vendrán a posarse delante de nuestros ojos dándonos algunos instantes de placer honrado, elevando nuestro espíritu y esclareciéndolo.
Deteníanse a veces un instante para hacer algunas indicaciones luminosas sobre su garbo y elegancia, no como el tímido transeunte que contempla y suspira, sino como dos bajaes que entrasen en un mercado de esclavas y antes de elegir discutiesen las cualidades de cada una. A los hombres arrojábanles una rápida mirada despreciativa.
Los trabajadores europeos le miraron con curiosidad, repitiendo su nombre, y las mestizas fueron hacia él, sonriendo como esclavas. Manos Duras acogió este recibimiento con cierta altivez. Una de las mujeres se apresuró á ofrecerle un asiento de honor, y trajo otro cráneo de caballo. Se acomodó el terrible gaucho en él, teniendo en torno á los demás parroquianos sentados en el suelo.
Y así corrían media Europa, propagando la luz del maestro; ella, obscurecida voluntariamente, como una de aquellas patricias que, vestidas de esclavas, seguían a los apóstoles ansiosas por los progresos de la buena nueva.
Era allí donde reposaban y se bañaban las princesas, las damas de corte y las esclavas, gozando con infinita voluptuosidad bajo un cielo admirable, entre mil perfumes, rumores y caprichos, en albercas y tinas de mármol, y teniendo al derredor el horizonte mas encantador del mundo.
La Virgen dice que sería la más feliz de las mujeres, si pudiese servir, como la más ínfima de las esclavas, á la madre del Salvador tan deseado. Viene entonces el Arcángel Gabriel á decirle que ella ha sido la elegida, y la Virgen, con humildad y gratitud, se somete á los mandatos del Altísimo.
Se iba al Vivero muy a menudo; se corría por el bosque, por la galería que rodeaba la casa, por la huerta, por la orilla del río. Todos parecían cómplices. Obdulia y Visita adoraban a la Regenta, eran esclavas de sus caprichos, se la comían a besos; juraban que eran felices viéndola tan tratable, tan humanizada. Y jamás una alusión picaresca, ni una pregunta indiscreta, ni una sorpresa importuna.
Las regalías y las conchas se hacen en Madrid... ¡como si nuestros dedos no fuesen de carne humana! ¿Somos aquí esclavas, o algunas torponas que no sabemos perficionar la labor? Y luego allí, paguita siempre corriente, consignas a barullo.... ¡Ciudadanas, es preciso sacudir el yugo tiránico con nobleza y energía cuando venga lo que se aguarda!, ¿eh chicas?
Palabra del Dia
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