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Actualizado: 28 de junio de 2025
Cada uno de estos bandos quería influir en el ánimo de la abadesa, en aquella especie de presidenta de república. Porque un convento de monjas es una república en que todos los cargos se obtienen por elección. Y una república más difícil de gobernar que lo que á primera vista parece. A más de la lucha de influencia, había otras luchas secundarias que acababan de envenenar á la comunidad.
La mordedura era nítida, dos agujeros violeta, que oprimí con todas mis fuerzas, y lavé con permanganato. Yo creía muy restrictivamente en la rabia del animal. Desde el día anterior se había empezado a envenenar perros, y algo en la actitud abrumada del nuestro me prevenía en pro de la estricnina. Quedaban el fúnebre aullido y el mordisco; pero de todos modos me inclinaba a lo primero.
Es notable la escena, en que el médico judío Don Maix intenta envenenar al Rey á ruego del almirante de Castilla.
Si ella pudiese verme un momento, si conociese el menor de mis dolores, se vería obligada a confesar que el odio más implacable... ¡Una noche tranquila, silenciosa, bella y encantadora para los dichosos! ¡Sólo yo destruyo esta inmensa armonía! ¡Yo solo, perdido, abandonado, olvidado de Dios, que me ha retirado su protección! 10 de junio. Todo contribuye a amargar, a envenenar mi desesperación.
Si vuelvo á Dios el ánimo contrito y piedad de mi pena le demando con humilde fervor y acento blando, el aliento maldito de la duda cobarde y acerada á envenenar mis pensamientos viene, y en mis labios detiene Una oracion apenas comenzada. Vuelvo entónces los ojos á la tierra y de mí se apodera horrible espanto al ver los séres que en su seno encierra.
A los ocho años se quiso envenenar, en un arrebato de tristeza, con unas yerbas que le parecían de cicuta; pero las yerbas sólo le sirvieron de purgante. Lo encerraron en su cuarto y lo hicieron ir a la iglesia en penitencia, con su gorro de dormir. Cuando vio el mar por primera vez, tuvo deseos misteriosos, y conoció que era poeta.
¿Y qué hemos hecho, señor, más que lo que debíamos? dijo con la mayor audacia Cristóbal Cuero, el paje rubio amante de la Inesilla. ¿Cómo que lo que debíais? ¿Pues no habéis intentado envenenar á su majestad? ¿Quién os ha dicho eso, señor Montiño? dijo Cristóbal. ¿Quién ha de habérmelo dicho? ¡Los funestos, los terribles resultados!
Unas veces tomaba pie de alguna falta advertida en la ropa, botón caído, ojal roto, o cosa semejante. Otras, era que le ponían un chocolate muy malo para que reventara... ¡como que le quedan envenenar...!, o bien que dejaban los balcones y las puertas abiertas para que entrase un aire colado y le partiese.
La gran revolución social y religiosa, saliendo de los aristocráticos salones de Versailles, para volcar los tronos y ensangrentar y envenenar la Europa con el virus de la Enciclopedia: he aquí el argumento de esta novelesca historia por demás instructiva é interesante.
Oíd: el veneno le pondréis en una sola confitura, pero en gran cantidad; por ejemplo, en una pera; cuidaréis que no haya otra; á esa pera la pondréis un lazo rojo y negro. ¡Señora! ¡señora! Estáis demasiado turbado; voy á escribiros lo que debéis envenenar, con la señal que debéis ponerle, para que no podáis equivocaros. Y la joven se puso á escribir con mano segura, pero llorando sobre el papel.
Palabra del Dia
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