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Actualizado: 16 de octubre de 2025
Bajo los toldos se percibían leves ronquidos, acompasadas respiraciones, dorsos vueltos al exterior sobre las sillas largas, cabezas incrustadas en almohadas o descansando sobre el respaldo, con los ojos entornados y la boca abierta a la frescura de la sombra. Crujía el piso en los lugares caldeados, bajo el paso tardo de algún transeúnte.
Supuse por un momento que tú eras él. ¡Qué emoción cuando le vea!... Porque yo le veré. La desgracia no puede durar eternamente. ¿No crees tú que le veré?... Sus ojos entornados sonreían á una lejana visión de esperanza. Y Miguel, que había permanecido silencioso mucho tiempo, habló para infundirle ánimo. ¡Pobre mujer! Sí; vería á su hijo. A la edad de él se resisten todas las fatigas.
A través de sus párpados entornados vió cómo el grupo de hombres iba desatando la barra mortífera, poniéndola en posición horizontal. Su tamaño era doble que la estatura de ellos. Sonó abajo un leve silbido, y volvieron á echar la cuerda. El hombre que subía ahora carecía de agilidad, hundiendo pesadamente sus pies entre las costillas del gigante, como si temiera caerse.
Entonces se llamó a la baronesa; y, digámoslo en honor suyo, olvidó el papel que tenía que desempeñar; se me echó al cuello en cuanto su marido hubo acabado, para salvar las apariencias, de explicarle la situación. ¿Y Yolanda? Pálida como la muerte, con los labios apretados, los ojos entornados, apareció en la entrada del salón y me tendió silenciosamente las dos manos.
En los alrededores del predio de Son Febrer eran muchos los mozos que tenían la cara de don Horacio; pero su esposa la mejicana, alma poética, vivía muy por encima de estas vulgaridades, mientras con el arpa en las rodillas y los ojos entornados recitaba las poesías de Ossián.
La confianza y la alegría renacieron al entrar en el hotel como si entrase en un lugar de asilo. La encontró en la cama, la cabellera esparcida sobre la almohada como una ola de oro, los ojos entornados, la boca sonriente como si la sorprendiera en mitad de un ensueño saboreando sus recuerdos de amor.
Permaneció inmóvil, con los ojos entornados, mientras las sombras del crepúsculo, surgiendo de los rincones, venían á confundir sus lobregueces en el centro de la habitación. Sólo una débil claridad exterior daba cierta fluorescencia azul á los vidrios, destacándose sobre ellos la silueta inmóvil de Elena.
Y tan borracha como los otros, apoyando su cabeza rubia en una mano, la Marquesita le contemplaba con los ojos entornados; unos ojos azules, cándidos, que parecían no manchados jamás por la nube de un pensamiento impuro.
Los personajes más importantes del campamento tampoco dormían. Estaban con la pluma en la mano y el pensamiento muy lejos. El ingeniero Canterac, apoyando un codo en su mesa y con los ojos entornados, creía ver el remoto París y en él una casa vecina al Campo de Marte, cuyo quinto piso estaba ocupado por su esposa y sus hijos.
Algunos pasajeros se retiraban, con los ojos entornados por el exceso de luz, en busca de sus camarotes para dormir la siesta. Maltrana sintióse atraído por el rumor de avispero que zumbaba bajo el gran toldo del combés, entre el castillo central y la proa.
Palabra del Dia
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