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Actualizado: 14 de octubre de 2025
Enrique; solos estamos: Sacad la espada, que quiero Saber de mí á vos, estando En vuestra casa, y los dos En este cuarto encerrados, Quién en Castilla merece Por el valor heredado Ser Rey, ó vasallo lobo En Extremadura. Mostraos Soberbio agora conmigo Y valeroso, pues tanto Desgarráis en mis ausencias.
De la hambre fatigados, Sin medio de algun remedio, Tal muralla y foso en medio, Pocos, y esos encerrados. Pues como veo llevar Mis esperanzas del viento, Ando triste y descontento Ansi qual me ves andar.
En otros tiempos, él y su viejo camarada, una vez encerrados, podían dormir a pierna suelta, sin miedo a que el cabildo les riñese. Pero Su Eminencia, que siempre estaba discurriendo el modo de molestar al prójimo, había colocado en lados distintos de la catedral unos relojitos traídos del extranjero, y había que ir cada media hora a abrirlos y marcar la presencia.
Las otras cuatro se cierran diversamente, dos hácia oriente, y otras dos hácia poniente. Y así era menester estuvieran dos otros porteros allí encerrados para abrir.
Por mi parte, mucho me complacería en no echar en olvido los paternales consejos que da ese hombre excelente. Serían inútiles, si los adversarios, la tromba y el barco, se encontrasen encerrados en un reducido espacio sin salida; pero raras veces sucede así.
16 A Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es el Cristo. En ninguna manera; porque si alguna ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. 23 Pero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para aquella fe que había de ser descubierta.
Esta vida azarosa, de continuo peligro e interminable lucha, había creado una población habituada al derramamiento de sangre, a defender sus derechos con las armas en la mano. Los labradores y pescadores del presente, encerrados en su isla, tenían aún la misma mentalidad y costumbres de sus abuelos. Los pueblos no existían.
El herido parecía estar mejor; los chicos, con los ojos enrojecidos por el insomnio, permanecían inmóviles en el corral, sentados sobre el estiércol, siguiendo con atención estúpida todos los movimientos de los animales encerrados allí. Teresa atisbaba la vega por la puerta entreabierta, volviendo después al lado de Batiste.... ¡Cuánta gente!
Hoy somos desgraciados; yo tanto como tú, pues he perdido lo que me hacía sobresalir sobre los demás hombres, y tal vez no lo recobre nunca... Pero tu situación es todavía peor; eres mujer, eres más pobre, y yo me siento atraído hacia ti y te digo lo que nunca hubiese dicho de seguir los dos en nuestra antigua posición, encerrados en nuestro orgullo.
Su mujer no se atrevió a decirle nada, reservándose para el día siguiente. Tenía bien preparado todo el discurso, que confiaba en pronunciarlo entero sin el menor tropiezo y sin turbarse. El 26 por la mañana entró D. Baldomero en el cuarto de su hijo cuando este se acababa de levantar, y ambos estuvieron allí encerrados como una media hora.
Palabra del Dia
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