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Actualizado: 14 de octubre de 2025


Hiciéronse también extensivas las pinturas á los tableros de las puertas conservándose una bellísima muestra de este género en las de la sala llamada de «Profundis» en el monasterio de Sta. Inés de esta ciudad. Ofrecen los tableros exteriores, encerrados en sendas láureas, los escudos de los Fernández Coronel é interiormente las imágenes de San Francisco de Asís y de Sta.

Encerrados en el templo desde la tarde anterior, se retiraban a sus casas a dormir. El perro emprendía el camino del Seminario para devorar las sobras de la comida de los estudiantes, hasta que le buscasen los guardianes para encerrarse de nuevo. Luna bajó los peldaños de la portada y entró en la catedral.

Otrosí defendemos que el dia del Viernes Santo ningund judío non sea osado de salir de su barrio; mas que estén y encerrados, fasta el sábado en la mañana; et si contra esto ficieren, decimos que del daño ó de la deshonra que de los cristianos rescibieren estonces non deben haber enmienda alguna

Miranda siguió muchos meses en los calabozos de Puerto-Cabello, de donde fué trasladado á Cádiz y con destino al arsenal de la Carraca, que andando el tiempo le vió morir el dia 14 de Mayo de 1816. Juan Pablo Ayala, Madariaga, Mirés y Roscio, patriotas venerables, fueron tambien remitidos á España y encerrados en seguida en los presidios de África.

Este claustro, que había de ser tan grande y hermoso como el de abajo, lo comenzó el cardenal Cisneros don Antolín se llevó la mano al bonete para que viviesen en él, sujetos a reglas conventuales, los canónigos de la catedral. Pero tenían mucho dinero los canónigos de entonces, eran unos grandes señores, y no podían vivir aquí encerrados.

Dostoievsky, escritor ruso, y Silvio Pellico, italiano, han narrado ambos la historia de sus martirios en la prisión donde por causas análogas estuvieron encerrados. El libro del primero titulado Recuerdos de la Casa de los Muertos es más original, su sentimiento quizá más profundo, su observación sin disputa más delicada.

¡Dios mío, qué ángel es usted! dijo Lázaro. ¡Qué perfección! Yo la admiro á usted y la venero, señora. No soy digna de veneración, sino de lástima contestó con mucha amargura. Y dió un suspiro profundísimo que parecía sacar al espacio los misterios encerrados en el Sancta sanctorum de su pecho. ¡Digna de lástima! exclamó el aragonés sorprendido. ¿Pues qué puede usted apetecer? ¿Qué la preocupa?

Palabra del Dia

neguéis

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