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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Al quedarse solo encendió otro cigarro, adoptando en su sillón aquella inmovilidad en la que parecía soñar con los ojos abiertos. Sánchez Morueta no supo ciertamente si llegó á dormirse. Era un sopor dulce que no le hacía perder de vista cuanto le rodeaba. Pero en esta actitud, el tiempo transcurría para él inadvertido, y sentía el bienestar del que en nada piensa.
Bruscamente llevó la mano a la mesa de noche, encendió la bujía y saltó de la cama: acercose al espejo y se contempló largamente, repasando con el dedo todos los rincones del rostro para cerciorarse de que no existían las temidas arrugas. Un gemido que sonó detrás le hizo volver la cabeza. Levantó la bujía y clavó una mirada recelosa en su hija, tendida en el suelo y tiritando. La niña no dormía.
3 mas el pobre no tenía más que una sola cordera, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado, y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. 5 Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive el SE
El padre, irritado, atrajo y encendió á otros, de forma que no se oian en la ciudad mas que porfiadas disputas y temosos altercados sobre la pureza original de nuestra Señora, con general escándalo que en breve cundió por toda España.
Apeóse y reconoció el terreno, pero no dió con el jinete. Encendió cerillas, y nada, no encontró rastro del Duque. «Puede ser que oyendo el galope de mi caballo, y temiendo que le alcanzase, se haya escondido por aquí cerca» se dijo.
Al verla en tal estado se me encendió la sangre y salí detrás del chico: alcancele cerca de la escalera, y agarrándole por la muñeca le dije: Oiga V... Lo primero que un hombre debe ser, antes que poeta, es caballero... y V. no lo es... El drama se ha silbado porque le falta lo mismo que a V... el corazón... Aquí tiene V. mi tarjeta.
6 Se derramó, por tanto, mi saña y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y se tornaron en soledad y en destrucción, como hoy. 7 Ahora, pues, así dijo el SE
4 Y llegando los mensajeros a Gabaa de Saúl, dijeron estas palabras en oídos del pueblo; y todo el pueblo lloró a alta voz. 5 Y he aquí Saúl que venía del campo, tras los bueyes; y dijo Saúl: ¿Qué tiene el pueblo, que llora? Y le contaron las palabras de los varones de Jabes. 6 Y el Espíritu de Dios arrebató a Saúl en oyendo estas palabras, y se encendió en ira en gran manera.
Belarmino dijo para sí: «Pues, señor, no estoy soñando.» Encendió una cerilla, y a poco se cae de espaldas. Tenía ante sí una mole que casi tocaba con el techo. Presto se recobró y se percató de la realidad verdadera.
Aquella noche, después de comer, fueron todos a casa de doña Casta, donde debían reunirse para ir a paseo. Pero a poco de estar allí, entró Ballester diciendo que se había levantado un airote muy fuerte y amenazaba tormenta, por lo que unánimemente se acordó no salir; se encendió luz en la sala, y doña Casta dijo a Olimpia que tocara la pieza para que la oyeran Maximiliano y Ballester.
Palabra del Dia
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