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Cerca de ella la aguja de acero y cabeza de zafiros, verdadero estilete, estaba caída en la alfombra. Lea la cogió con la mano izquierda y se levantó. Sorege le dió un tremendo empujón hacia la mesa. ¡Vamos! ¡Despachémonos! No tengo tiempo de andar en contemplaciones. No tienes la mano tan estropeada que no puedas escribir... ¡Pronto!

Tal vez por algo que no es la riqueza; por otros deseos menos explicables. Había reflexionado mucho durante la noche anterior, y ahondando en sus decisiones, encontraba en ellas motivos inconscientes, no sospechados hasta entonces, que le hacían avanzar con un empujón tan rudo como el deseo de riqueza.

Estas nuevas dieron un terrible empujón a los ojos preñados de ama, sobrina y de Sancho Panza, su buen escudero, de tal manera, que los hizo reventar las lágrimas de los ojos y mil profundos suspiros del pecho; porque, verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto que don Quijote fue Alonso Quijano el Bueno, a secas, y en tanto que fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de agradable trato, y por esto no sólo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocían.

Escribientes de las oficinas militares, ordenanzas, individuos de la policía, gendarmes, todos habían marchado para dar el último empujón, formando una masa de heterogéneos colores.

Quilito, colérico, dio un empujón al tío, que volvió a cogerle de la cintura, echando más ajos que nunca, furioso también; el joven entonces, las manos libres, sacó el revólver y puso la boca del cañón en la frente del atorrante. Suéltame, suéltame o te mato. La sorpresa de Agapo fué tan grande que, maquinalmente, le soltó. Y Quilito, en salvo, a la distancia, le apuntaba con el arma.

Freya, tambaleándose bajo el rudo empujón, intentó aproximarse otra vez á él, enlazarse de nuevo en sus brazos, repetir su beso imperioso. ¡Amor mío!... ¡amor mío!... No pudo seguir. La tremenda mano volvió á repelerla, pero tan violentamente, que fué á dar de cabeza contra los cojines del diván.

El P. Camorra estaba en su quinto cielo viendo tantas muchachas bonitas; se paraba, volvía la cabeza, le daba un empujon á Ben Zayb, castañeteaba con la lengua, juraba y decía: ¿Y esa, y esa, chupa-tintas? y de aquella, ¿qué me dices? En su contento se ponía á tutear á su amigo y adversario.

Allá, a la hora del crepúsculo, cuando las nieblas descienden al fondo de los valles y el céfiro pliega sus alas sobre las flores, Manolo suele pegar un tremendo empujón a su amigo Grabiel que le hace caer sobre el grupo de criadas, las cuales reciben el golpe como una manifestación de respeto y galantería. A partir del empujón, entre reclutas y criadas se establece una amistad inalterable.

Cientos y á veces miles de palos se aproximan sucesivamente cerca del precipicio con objeto de que un simple empujón baste para lanzarlos rodando por la pendiente.

Poco antes había entrado don Paco en la antesala; de suerte que si vio el empujón, vio también los besos que lo habían motivado. ¿Qué había de hacer don Paco? Hizo como nada hubiese visto. Y él y don Andrés entraron en la tertulia según costumbre. Al día siguiente ocurrió en Villalegre un caso que sorprendió y dio mucho que hablar.