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Actualizado: 18 de julio de 2025
Hicieron ruidosa ovación a su capitana que empezó a recorrer las filas calentando a las que aún tenían recelo o no estaban dispuestas a gritar.
Pasó Bou a otra sala; de allí a un hermoso gabinete, del gabinete a una recatada y obscura alcoba, y allí creyó distinguir a la que buscaba. La escasa claridad no permitía a Juan Bou ver los objetos. Avanzó, empezó a ver bien, y en efecto, allí estaba Isidora, sentada junto a una cama en la cual apoyaba su brazo derecho.
Había pedido á la mujer de la taquilla un periódico, y empezó á examinarlo con precipitación, empinándose sobre la punta de los pies para recibir mejor la luz de una lámpara pendiente del techo. Al mismo tiempo hablaba entre dientes. Veamos.... Esta estúpida historia de la alsaciana deben darla en alguna parte. Un mal film de ocasión, hecho de recortes.
Tomando la sillita baja, que usaba cuando cosía, la colocó junto al balcón. Le dolía la cintura y al sentarse exhaló un ¡ay! Para coser usaba siempre gafas. Se las puso, y sacando obra de su cesta de costura, empezó a repasar unas sábanas.
Dijo un veremos que me ha olido a sí... ¡Ah!, no olvides que a las nueve menos cuarto hemos de cenar. A dicha hora despidiose Pez, y Rosalía, trocando su galana bata por otra de trapillo y sus zapatos bajos por unas zapatillas de suela de cáñamo, empezó a disponer la cena. Quejábase de un fuerte dolor de cabeza y no tomaría más que un poco de menestra.
El sábado 1.º de noviembre, dia de Todos Santos, fué el gran terremoto, y el mas violento y general que se esperimentó jamás en España. Empezó en Córdoba á las 10 dadas de la mañana con un estruendo terrible.
Salieran á la calle, y Lázaro estaba tan enfrascado en sus pensamientos, que empezó á andar, dejando atrás á las dos señoras. ¡Eh! caballerito dijo Salomé, que estaba muy biliosa aquella tarde, ¿qué manera de portarse es esa? ¿Nos deja solas en medio de la calle?
"Vaya, se le ha olvidado, decía para sí: no volveré a hablar más con ella, como la casualidad no nos vuelva a juntar en algún sitio". Empezó a ayudar a la casualidad asistiendo con más frecuencia al teatro de la Comedia, pero no logró verla. Al teatro Real, donde seguramente estaba, no se atrevía a ir por el temor de que pensase que aún duraba la persecución.
Al salir de la entrevista empezó a sentir una extraña descompostura de estómago, que le sugirió la idea de consultar a un médico amigo suyo, quien, informado por él de haber tomado una copa de licor que se le brindó, le dió un elixir que le hizo arrojar oportunamente el arsénico que el licor disimulaba.
Sacudió su vestido para hacer desaparecer las arrugas de la lucha con la terrible chiquillería y se pasó un peine por los pelos alborotados. En el horizonte, una columna de nubes, blanca y luminosa, descendió del cielo hasta posarse en la tierra. Empezó á sonar un ruido de alas innumerables, acompañado por las voces de un coro inmenso, cuyos «¡hosanna!» repercutieron á través del espacio infinito.
Palabra del Dia
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