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Actualizado: 18 de noviembre de 2025
Además, los invitados habían empezado á bailar en los salones y el pianista golpeaba rudamente el teclado. Unas palabras confusas llegaron hasta él. La pareja del gabinete levantaba el tono de su conversación á causa del ruido. Tal vez las emociones de su diálogo les hacían olvidar también toda reserva. Reconoció la voz de Fontenoy. ¿Para qué frases dramáticas?... Tú no eres capaz de eso.
Han transcurrido doce años desde la última vez que estuve en París... ¡Ay! Reconozco que mi aspecto ha cambiado mucho. Y Robledo, al decir esto, volvió á verse tal como se contemplaba todas las mañanas en el espejo, con ojos de conmiseración, mientras procedía á su limpieza matinal. Era todavía vigoroso y gozaba de excelente salud; pero la vejez había empezado á marcar en él sus devastaciones.
Sus dignos camaradas de generalato le siguen no sé cuántos procesos de carácter político; pero lo peor es que, recientemente, han empezado a acusarle por el asesinato del ingeniero. Nadie cree ya en el accidente del automóvil. Parece que fueron muchos los que presenciaron lo ocurrido desde sus ventanas prudentemente entornadas.
M. No, tanto que durante los 300 años de la dominacion española no se registra otra ninguna, sino la que ha empezado desde el año 1896. Se ha visto precisada á sostener la presente, para defender derechos que cree sagrados y naturales á todo pueblo. G. ¿Quiere la gente un buen gobierno de los Estados-Unidos?
Desde aquello que hubo con José Luis, no, puedes estar segura. ¡Tengo una indiferencia! Adriana con ardiente alegría acarició a Laura, contemplándola. ¡Ah, qué alivio! ¿Sabes lo que se me había ocurrido, la sospecha que había empezado a atormentarme? No, Adriana, no puedo imaginarlo. ¿Ni siquiera imaginarlo? ¡Oh! ¡cómo he podido crearme un motivo de tormento que no existe!
Parece que se está en la calle, nada falta para ello... La función había ya empezado cuando entré. Con gran extrañeza por mi parte, los actores no son malos, me refiero a los hombres; tienen arranque, vida... Casi todos ellos son aficionados, soldados del 3º; el regimiento está orgulloso con esto y va todas las noches a aplaudirlos.
¡Zopenco! me contestó . Esto no ha sido más que una fiestecilla de pólvora, y todavía no ha empezado lo bueno. ¿Crees que no hay más franceses que esos cuatro gatos de Ligier-Belair? ¿Qué sabes tú si a estas horas Vedel, que a Andújar fué en auxilio de Dupont, habrá regresado a Bailén?
Sentáronse los dos en el paseo, junto a las ventanas del salón. Había empezado en éste la improvisada fiesta. El piano sonaba incesantemente. Al principio del viaje nadie sabía tocar: el miedo al ridículo, la falta de trato, hacían fingir a todos una absoluta ignorancia musical.
Esas costumbres de independencia femenil, que nos asombran a los latinos y que en los últimos tiempos han empezado a ser fuente de preocupación para los mismos yanquis, han dado por resultado la confianza tranquila que sostiene a las mujeres en todos los sitios públicos.
Palabra del Dia
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