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El secreto á voces. Hado y divisa de Leónido y Marfisa. Las armas de la hermosura. Duelos de amor y lealtad. El segundo Scipión. El castillo de Lindabridis. Don Quijote de la Mancha. La Celestina. No hay cosa como callar. El José de las mujeres. El triunfo de la Cruz. Los empeños de un acaso. Primero soy yo. El agua mansa. Agradecer y no amar. Para vencer á amor querer vencerle.

7 Don Diego de Noche, de D. Francisco de Rojas. 8 La morica Garrida, de Juan Bautista de Villegas. 9 Cumplir dos obligaciones, de Luis Vélez de Guevara. 10 La misma conciencia acusa, de D. Agustín Moreto. 11 El monstruo de la fortuna, de tres ingenios. 12 La fuerza de la ley, de D. Agustín Moreto. 1 Darlo todo y no dar nada, de D. Pedro Calderón. 2 Los empeños de seis horas, de D. Pedro Calderón.

Es algo que nos envilece y achica, y si fuese posible suprimirlo, la humanidad viviría mejor. ¡Los crímenes que comete ese capital, tan adorado por usted, para agrandarse y triunfar en sus empeños! Ahora fue Maltrana el que rompió a reír.

Pero ella, antes que él llegase, con voz airada y trémula le dijo: ¿Qué queréis? ¿A venís? ¿Qué buscáis? ¿En dónde nos hemos visto, ni qué empeños tenemos, ni qué palabras entre nosotros han mediado, ni cómo ni cuándo, en fin, y esto basta, nos hemos conocido, para que así os acerquéis a , como si para ello tuvieseis autoridad y razón bastante?

No se sabía si era cristiano, o judío, o moro; pero él escapaba tan bien que mal de sus empeños con la Inquisición y con la justicia, y continuaba rasurando y trasquilando, rasgueando y cantando, haciendo de sus bebedizos y de su brujería industria, y estimado y querido de la vecindad y allende.

Su gusto por la política dimana del interés que le merecen las luchas de los hombres, las competencias del talento, los anhelos de florecimiento, los empeños de amor propio, los esfuerzos por la popularidad. Las ideas políticas la interesan muy poco; apenas las distingue unas de otras. Verdad es que quizá no se distingan en nada.

Dímosla al otro teatro, mas allí contestaron que ellos no eran menos que los del otro coliseo, y que no tomaban sobras: a fuerza, sin embargo, de emplear más empeños que para lograr una prebenda, se consiguió una orden a rajatabla de los señores que estaban a la cabeza del teatro; pero ya era tema: una actriz, sobre si la habían dado el papel de segunda siendo ella la primera, se puso mala la víspera; otro actor, también por etiquetas y rencillas, armó una intriga de todos los diablos: se pagó gente para el efecto, y si una noche se representó, una noche se silbó...

Las palabras hospital, hospicio, casa de empeños y de refugio, son completamente desconocidas en su vocabulario; es más, Ambrosio no llegará jamás á comprender su significación; ignora lo que son las interminables noches del invierno sin abrigo y sin luz, y no sabe lo horrible de la palabra ¡pan! pronunciada por un hijo hambriento y aterido.

Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños, quedé allí, cual antes nadie los soñó, forjando sueños; más profundo era el silencio, y la calma no acusaba ruido alguno... Resonar sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora yo me puse a murmurar, y que el eco repetía como un soplo: ¡Leonora!... esto apenas, ¡nada más!

Finalmente, después de muchas idas y venidas, empeños y zozobras, Mendoza fue nombrado oficial del alto cuerpo consultivo con doce mil reales de sueldo; aunque no era muy pingüe, tenía el empleo la ventaja de ser inamovible, y en la capital, y muy apropósito para trabar amistad con los próceres de la política y la administración, bajo cuya égida es como únicamente se puede hacer fortuna en España.