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No le presentaba una nota de embarque que no prorrumpiese en maldiciones contra la decadencia de los vinos de Jerez. no has alcanzado la buena época, Ferminillo continuó; por esto tomas las cosas con tanta pachorra.

Esta fué la ménos fatal aventura de mi vida, pues no hiciéron mas que enviarme á Macao, donde me embarqué para Europa. Fué preciso calafatear el navío en la costa de Golconda, y me aproveché de la oportunidad para ver la corte del gran Aurengzeb, de quien se contaban entónces mil portentos.

Hasta la última operación que precede al embarque del abacá, deja un gran rendimiento, consistiendo este en los beneficios del enfardaje que se verifica en bultos de á dos picos, ó sean 11 arrobas.

Terminadas pues mis investigaciones en la provincia de Moxos, me embarqué nuevamente y volvi á subir por el Mamoré hasta su confluencia con el rio Sara, y en seguida por este hasta su reunion con el rio Piray, el cual me condujo, al cabo de una molesta navegacion de quince dias, al puerto de los Cuatro-Ojos, situado á treita leguas de Santa-Cruz-de-la-Sierra.

La bodega de embarque contenía cuatro mil botas de distintos vinos para las combinaciones. En un cuarto lóbrego, sin otra luz que un ventanillo cerrado por un vidrio rojo, estaba la cámara oscura. Allí el técnico examinaba, al través del rayo luminoso, la copa de vino del barril recién abierto.

El nuevo piloto quería presenciar el embarque de negros. Solíamos llevar las luces roja y verde reglamentarias, y al acercarnos a tierra se ponía un farol grande de luz blanca en el palo de proa. Un centinela se colocaba en el bauprés y avisaba cuando veía brillar un fanal rojo. Al momento, el intérprete, el doctor Cornelius y Zaldumbide iban a tierra con la chalupa.

La más dura de sus tareas es el embarque de la leña. Ningún vapor del Magdalena navega a carbón; los bosques inmensos de sus orillas dan abundante combustible desde hace treinta años, y la mina está lejos de agotarse. La leña se coloca en las orillas desiertas, el buque se acerca, amarra a la costa y toma el número de burros que necesita.

No es de extrañar tanta presteza si se recuerda que poco antes había embarcado el Príncipe Negro cincuenta mil hombres en el puerto de Orvel, con caballos, artillería é impedimenta, haciéndose la escuadra á la vela á las veinticuatro horas de comenzado el embarque.

Por la noche, Blasillo vigilaba el embarque de las mercancías, y el viejo Bentek y los negros llevaban a bordo los últimos fardos, cuando Plock que hasta entonces había permanecido alejado, se aproximó al joven y le dijo: Sólo el demonio, hijo mío, le ha podido encargar de semejante comisión; pero yo me lavo las manos; ¡que la venganza del Cielo caiga sobre usted y sobre los que le mandan!

Gracias á sus ahorros, un corredor del puerto le ofreció el embarque sin papeles en tres buques. Uno iba á Egipto, otro á Australia, otro á Montevideo y Buenos Aires; ¿cuál le parecía mejor?... Desnoyers, recordando sus lecturas, quiso consultar el viento y seguir el rumbo que le marcase, como lo había visto hacer á varios héroes de novelas.