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Actualizado: 15 de noviembre de 2025


El primo Manolo no viene a España más que, por ejemplo, en invierno; nunca ha venido en Setiembre. Y eso de pegarse a la familia de Santa Cruz, ¡él, que gusta de andar siempre solo! Ello no será; ¡pero hay tantas cosas que parece que no pueden ser y luego son!

Cuando le venía al pensamiento la idea de formular su petición, se empapaba todo su ser en repugnancia, como si por los poros le entrara un licor asqueroso y amargo y corriese por sus venas y le subiera al paladar. Varias veces quiso hacer su demanda y faltáronle fuerzas para ello. Hasta pensó no decir nada y huir de aquella casa.

«Frecuentaremos la sociedad así que pasen las primeras semanas de luto. Mi tío dice que soy muy joven todavía; pero tampoco puedo quedar sola en el Pavol. Si quisieran obligarme a ello, bien sabéis, señor cura, que no me quedarían más que dos caminos que tomar: tirarme por la ventana o prender fuego al castillo.

Y quiso rezar como mil veces había oído a su pobre vieja. «Padre nuestro que estás...» Rezaba mentalmente, pero sin darse cuenta de ello, su lengua se movió y dijo con una voz tan ronca que le pareció de otro: ¡Cochinos! ¡ladrones! ¡Me abandonan! Se hundía otra vez: desapareció pugnando en vano por sostenerse.

Aunque el amor y la admiración de la belleza no respondiesen a una noble espontaneidad del ser racional y no tuvieran con ello suficiente valor para ser cultivados por mismos, sería un motivo superior de moralidad el que autorizaría a proponer la cultura de los sentimientos estéticos, como un alto interés de todos.

Por eso sin duda, muchos autores violentan la serena sencillez de su idioma, obligándole á producir una florescencia atormentada, de invernáculo, y hacen de ello su mayor mérito. Buscan ocultar de tal modo, bajo la frondosidad forzada del lenguaje, la anémica pobreza de la historia que cuentan.

Para ello necesitan bueyes, y la carne fresca les sería muy provechosa y barata.

Antes de diez minutos respondió Leto . Ya estamos casi en la explanadita en que hemos de comer; a poco más de veinte varas a la derecha está lo que buscamos. Por supuesto, que traerá usted los dibujos de ello, que le encargué anoche. Como lo prometí respondió Leto señalando uno de los bolsillos de su americana. ¿Quiere usted enseñármelos? le preguntó Nieves. ¿Ahora mismo?...

Desde que, primero la Condesa de Astorgüela, y luego las personas que para ello tenían autoridad en las Hijas de la Salve, le encargaron que procurase quebrantar la entereza de don Luis de Ágreda respecto a su negativa en lo de la cesión del terreno que poseía inmediato al convento, no dejó de pensar en el asunto, pero sin hallar modo de acometer la empresa con esperanza de éxito.

Por ello era odiado cordialmente de éstos en el fondo, aunque en la apariencia le bailasen el agua. Tenía, sin embargo, el instinto o buen sentido de no meterse con los que podían devolverle las bromas, y buscaba casi siempre como víctima de ellas a algún pobre muchacho que pacientemente las tolerase. Ahora, que nos cante unas granadinas dijo un pollo.

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