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Actualizado: 28 de junio de 2025


Ya ustedes ven que, para raquero, no podía tener más blasonada ejecutoria. Su infancia rodó tranquila por todos los escalones, portales y basureros de la vecindad. No hay contusión, descalabro ni tizne que su cuerpo no conociera prácticamente; pero jamás en él hicieron mella el sarampión, la alfombrilla, la grippe, la escarlata ni cuantas plagas afligen á la culta infantil humanidad.

Aquel cuarto podía llamarse el altar de la familia; nada gozaba del honor de encontrarse allí si no tenía historia; las sillas de damasco rojo, los dos o tres veladores de laca, el espejo, el cuadro con la ejecutoria de los Aguirres, el arca.... De cada cosa de éstas, mi abuela, o mi tía Úrsula, podían hablar media hora.

Al día siguiente, tempranito, trancó la bodega, después de encerrar en ella la ejecutoria y algunas escrituras; colgó la llave, por el anillo, de un tirante de su pantalón, puesta ya su mejor ropa, guardó en un pañuelo un par de camisas de estopilla, y pendiente este lío de un garrote de acebo chamuscado que se echó al hombro, partió hacia el camino real á esperar la primera diligencia que pasara con dirección á Madrid.

Su traje realizaba el difícil prodigio, no a todas concedido, de unir la riqueza a la modestia, pues todo en ella era selecto, nada chillón, sobrecargado ni llamativo. Llevaba en su cara y en sus maneras la más clara ejecutoria que se pudiera imaginar, y por dondequiera que iba hacía sombra de blasones.

Decíame que Joanelo no había hecho nada, que él trazaba agora de subir toda el agua de Tajo a Toledo de otra manera más fácil. Y sabido lo que era, dijo que por ensalmo: ¡Mire V. Md. quién tal oyó en el mundo! Y al cabo, me dijo: -Y no lo pienso poner en ejecución si primero el Rey no me da una encomienda, que la puedo tener muy bien, y tengo una ejecutoria muy honrada.

Don Alvaro sonríe consolado, y, beatificado, exclama: ¡Ta, ta, ta, ta, ta! Así va tirando aún el ilustre descendiente, según pretende su ejecutoria, del más heroico de los doce pares. En cuanto a doña Inés, afirma mi amigo el diputado que está hermosa y fresca todavía, y que pudiera hacer el papel de Angélica, aunque algo metida en carnes.

Un día recibí una ejecutoria, que aún conservo, y unos papeles que acreditaban que yo era, en efecto, doña Ana de Acuña, única descendiente de una familia ilustre, pero pobre. ¿Era rico don Hugo? preguntó el duque de Lerma. Riquísimo. Pues entonces comprendo perfectamente cómo os ennobleció... Compraría su apellido y su ejecutoria á una familia pobre... Eso debió ser. Continuad, señora.

Julián levantó el pie muy asustado, y el marqués se bajó recogiendo del suelo un libro delgadísimo, encuadernado en badana verde, del cual pendía rodado sello de plomo. Tomólo Julián con respeto, y al abrirlo, sobre la primera hoja de vitela, se destacó una soberbia miniatura heráldica, de colores vivos y frescos a despecho de los años. ¡Una ejecutoria de nobleza! declaró el señorito gravemente.

Dineros he menester yo; que agüelos no respondió el Estudiante : con los míos me haga Dios bien ; que me han dicho mis padres que deciendo de Leandro el animoso, el que pasaba el mar de Abido «en amoroso fuego todo ardiendo» , y tengo mi ejecutoria en las obras sueltas de Boscán y Garcilaso .

Ella era noble por su nacimiento, y si no lo fuera, bastaría a darle la ejecutoria su gran belleza, su figura, sus gustos delicados, sus simpatías por toda cosa elegante y superior. Queda, pues, sentado que era noble. ¿Por qué no era suyo, sino prestado, aquel traje, y había que quitárselo en seguida, sin poder siquiera, como los cómicos, lucirlo un momento?

Palabra del Dia

lanterna

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