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Actualizado: 28 de octubre de 2025


Durante dos días, los triboques no cesaron de exterminarlos y, al tercero, volvieron a trepar al Donon, al Schneeberg, al Grosmann, al Giromani y al Hengst cargados con un inmenso botín.

dijo Frantz ; hemos pasado lo peor y podemos dar descanso al caballo. La escolta se reunió alrededor del trineo; el doctor echó pie a tierra. Algunos hicieron lumbre con los eslabones para encender sus pipas; pero nadie decía una palabra; todo el mundo pensaba en el Donon. ¿Qué estaría pasando allí? ¿Lograría Juan Claudio sostenerse en la meseta hasta la llegada de Piorette?

¡Ah! dijo Catalina ; si estuviéramos seguros de que nuestros asuntos del Donon fueran tan bien como aquí, podíamos estar satisfechos.

Más arriba reconoció al leñador Rochart, con sus recias almadreñas cubiertas con pieles de carnero; en tal instante, llenaba la cantimplora y se ponía derecho lentamente, con la carabina bajo el brazo y el gorro de algodón inclinado hacia la oreja. Y no hubo más, porque para dominar todo el campo de batalla Hullin debía trepar a la cumbre del Donon, en la que be elevaba una roca.

Durante la batalla, y hasta que cerró la noche, los habitantes de Grand-Fontaine habían visto al loco Yégof, de pie, en la cima del pequeño Donon, con su corona en la cabeza y el cetro en alto, transmitiendo órdenes, como un rey merovingio a sus imaginarios ejércitos. Lo que aconteció en el espíritu de aquel desdichado cuando vio a los alemanes en completa derrota nadie puede saberlo.

Hullin había visto las escalas antes que Materne, y su indignación contra Divès aumentó más aún; pero como en semejantes ocasiones la indignación no sirve para nada, mandó a Lagarmitte que dijera a Frantz Materne, el cual se hallaba apostado al otro lado del Donon, que acudiese a toda prisa con la mitad de los hombres a sus órdenes.

Jerónimo no puede resistir.» Y no dijo más. ¿Qué hacer en aquella situación?... ¿Podía abandonar una posición que nos había costado tanta sangre, el camino del Donon y la carretera de París? Si llego a hacerlo, ¿no hubiera sido un miserable? Pero yo no tenía mas que trescientos hombres contra los cuatro mil de Grand-Fontaine y no cuántos que bajaban de la montaña.

Aquí los tenéis cayendo del cielo como los buitres. ¡A , los hombres rojos, a mi! ¡Acabemos con esta raza de perros! ¡Ah, ah! ¿Eres , Minau; eres , Rochart?... Y nombraba a los muertos del Donon con sangrientas burlas, desafiándolos como si estuviesen presentes; después retrocedía paso a paso, golpeando en el aire, lanzando imprecaciones, llamando a los suyos, forcejeando como en una refriega.

No tiene usted mas que mirar por la ventana y los verá en el camino del Donon. Han sorprendido al anabaptista Pelsly, lo han atado al pie de la cama y se entregan a robar, al saqueo y a cortar los caminos; pero que tengan mucho cuidado. Dentro de pocos días van a ver cosas buenas. No son mil hombres los que los van a atacar; no son diez mil, son millares de millares... ¡Y no quedará uno!

Allí, a la vertiente oriental del Donon, a dos kilómetros de Grand-Fontaine, debemos trasladarnos para presenciar los acontecimientos ulteriores.

Palabra del Dia

aprietes

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